La imaginería más descomunal para una noche de brujas data del año 1922. Haxan, la brujería a través de los tiempos (Dinamarca-Suecia, 1922) de Benjamin Christensen es una obra maestra irrepetible, una oda a los mitos más implacables sobre la maldad y el culto diabólico, una ofrenda al espíritu de las brujas y a miedos recónditos, sobre todo infantiles. Esta película muda recupera toda la historia de la brujería desde los confines de la antigüedad o hasta la actualidad (entiéndase inicios del siglo pasado) con afán didáctico, expositivo y entretenido.
Besos devotos al trasero del diablo, faunos que sacrifican a recién nacidos, uniones sexuales entre humanas y demonios, fiestas paganas de la lujuria, cultos al desborde son parte del imaginario que esta cinta fantástica (que tiene escenas reales delictivas) usa para mostrar la riqueza y la mezcla de mitos escandinavos sobre la brujería sin limitaciones.
La película se divide en siete partes, y todas auscultan los modos en que la brujería se ha hecho presente en diversos episodios de la humanidad, ya sea al describir sus rituales como los ejercicios de poder que han ostentado. El filme comienza con la presentación en rótulos de Christensen(de origen danés, y que filmó esta obra mientras Dreyer filmaba Las páginas del diario de Satán), donde agradece el trabajo en la fotografía de Johan Ankerstjerne, para pasar luego a un repaso de lo que se puede recuperar en grabados y pinturas de los primeros siglos de nuestra era sobre lo diabólico y las brujas. Brueghel, El Bosco, y otros pintores de la miniatura y los pasajes escabrosos y míticos sobre la vida y creencias populares del medioevo aparecen para dar soporte a este universo de lo simbólico y espiritual.
Haxan, por su carácter didático, sobre todo en los últimos episodios donde trata de demostrar que la poca comprensión hacia las enfermedades mentales ha hecho delirar las mentes de la persecución y la intolerancia para afianzar la existencia de las brujas, desnuda toda una maquinaria científica contra la locura. Digna para un ensayo foucaultiano.
Lo mejor de esta joya: la aparición de Satán (encarnado por el mismo Christensen) en diversas acciones.
La película completa