7.10.10

Antes que el diablo sepa que estás muerto de Sydney Lumet













Relaciones maritales que ya no son las de antes y composiciones familiares a punto de descomponerse. Dos hermanos que son polos opuestos: uno, mayor, heroinómano, casado, jefe en una oficina; el otro, menor, inseguro, divorciado, sin trabajo seguro y atorado por deudas. A partir de estas figuras es que el veterano Sydney Lumet nos acerca a una variante del cine criminal: la del universo delictivo improvisado, propiciado por dos tipos con taras de diversa naturaleza, que se sumergen en el mundo de los bajos fondos de la peor manera.

Aún más escéptico que en otros de sus filmes, Sydney Lumet nos muestra el deterioro de una relación filial y familiar a partir de un robo fallido en el marco de una Nueva York que bien conoce. Esta vez no tiene que sumergirse en estaciones de policías, en guetos de secuestradores, ni en bandas de criminales sino hurgar, primero, en la historia de dos tipos que aparecen al inicio del filme como conocidos, para poco a poco descubrir sus puntos en común: el deterioro de su parentesco. Philip Seymour Hoffman y Ethan Hawke, como Andy y Hank, planean asaltar una joyería de suburbio, que resulta ser la empresa de sus ancianos padres, concibiendo un plan sencillo para llevarse dinero fácil. Sin embargo, lo planificado termina en asesinato y desbordando la situación hasta el extremo.



Antes que el diablo sepa que estás muerto está narrada en diversos tiempos en torno al suceso del robo, siguiendo el punto de vista de los tres personajes principales (a la dupla mencionada se le une Albert Finney, como padre y víctima), que si bien están lejos de pertenecer al mundo del hampa, poco a poco van configurando un universo sin escrúpulos que nace, y termina, en el mismo seno familiar.

A través de esta puesta en escena, que ofrece varias perspectivas de un mismo hecho (el día del robo, dos días antes del robo o un día después, por ejemplo) Lumet configura un esquema del descenso, como un asunto moral (absolutamente pesimista), y que en suma desarrolla toda una maquinaria para ajusticiar a los culpables o de cómo saldar cuentas en el momento justo (el filme está planeado al modo de los rompecabezas, y la pieza final es la que remata y da sentido al nombre de la película).

El filme, donde también aparece Marisa Tomei como esposa de Seymour Hoffman, si bien no está a la altura de los clásicos de Lumet, se complementa con las tipologías establecidas en su filmografía.


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