Mi mejor época fue la adolescencia.Viví una libertad plena para hacer lo que me venga en gana, así que daba igual pasar horas en la biblioteca leyendo de todo que jugar a la timba en algún bar de mala muerte. Definitivamente, mi adolescencia fue feliz, oscura y oportunamente feliz.
Y hay algo de esa felicidad y su paradoja en dos películas que considero ejemplares en dibujar espíritus adolescentes (en la vena de un Gus van Sant a nivel argumental mas no estilístico), interesantes en representar este entorno difícil, y que, obviamente, no tienen que ver necesariamente con mis recuerdos mundanos, pero que sí recogen ese espíritu de limbo, de estar en un lugar oscilante, en medio de la incertidumbre y la poca conciencia de lo real.
A L’Ouest de Pluton (2008) es una obra canadiense de los debutantes Henry Bernadet y Myriam Verreault, centrada en una noche de deschave juvenil de hormonas y felicidad, y que se incluye en esa horda de filmes que han denominado Nouvelle vague québécoise. Un grupo de estudiantes de un secundario exponen en una clase frente a la cámara sobre el tema que más saben: desde Plutón, el skateboard, Ben Affleck o cómo cuidar niños. Luego los directores nos llevan a la banca de un entrenamiento, donde un par de chiquillas debaten sobre el alma canadiense y de Québec frente al poderío de EEUU, por ejemplo. Pero el día culmina en una fiesta de resultados descomunales: robos, destrozos, decepciones amorosas, palizas y caminatas en la madrugada.
El director de Afterschool, Antonio Campos, tiene veinte años y ha hecho uno de los filmes más impactantes sobre las crisis adolescentes. Aquí el voyerismo mediático y el universo del youtube lo es todo para los estudiantes de un colegio privado y carísimo de Nueva York. Robert (Ezra Miller) es un chiquillo un poco aburrido de la vida y que está vigilante de las acciones de sus amigos o de otros chicos como él pero a través de la computadora. Se mete a un curso de video en el mismo colegio, y a raíz de un hecho lamentable, se ve obligado a elaborar un documental a pedido, lo que le resultará reflejo de su mismo estado de ánimo.
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