5.10.10

Razones por las cuales aún puedo ver películas de Sofia Coppola


Siempre me he considerado detractora de todo lo que filme la Coppola. Un cine que frivoliza lo que bien puede ahondarse o interiorizarse. Esa es mi impresión desde que vi su corto, Lick the star, pasando por Las ya refritas vírgenes suicidas, Perdidos en Tokio o la muy antojadiza María Antonieta. Pero ese es su entorno, qué se puede hacer, de la adolescencia vacua, cómoda, de núcleo conservador, de glamour y parafernalia pop. A todas le encuentro "peros", por eso espero Somewhere (ya sea por el protagonista masculino o por la música de Phoenix, el grupo del marido de la Coppola), ya que algo bueno debe tener si es que le dieron el León de Oro.

Del cine de Coppola me hostiga el universo de mujeres contenidas, encorsetadas en sus ideas huecas a la manera de Kirsten Dunst en Versalles, de chicas hastiadas de la vida, agotadas en sus paseos de cuatro paredes. No me entusiasman sus catarsis de fiestas de graduación, sus besos sobre canchas de beisbol, sus visitas instropectivas a pagodas o calles cosmopolitas sin entusiasmo. No me extraña que sea un hombre el que narre el impacto que tuvieron las vírgenes suicidas en su vida y que por elo haya terminado sus días de juventud en un hospital psiquiátrico, o que María Antonieta vaya al Ripley del siglo XVIII y se compre todo con la tarjeta de crédito de la Corte. Entonces, ¿qué es lo que me atrae de su filmografía?



Definitivamente, la música. Sofia Coppola sabe conjugar planos de diverso cariz con la música idónea. No sorprende, y en este punto sigo coherente, que asome The radio dept en pleno día de caza en María Antonieta, o que en un karaoke aburrido llegue Roxy Music a poner la cuota nostálgica. Si en Lick the star aparecen las tipas más geniales del rock estadounidense de mi gusto personal (Kim Deal con su banda The Amps, Kim Gordon en solitario, aunque menos entusiasta me pongo con las chiquillas de The Go-Go's), en Las vírgenes... la onda más setentosa, pulcra y recatada se declaraba en las canciones de Gilbert O'Sullivan. Punto aparte es lo que hizo Air por las atmósferas en esta misma película, o los acordes que rozan el neón de Kevin Shields en Perdidos en Tokio.

De alguna manera, Sofia Coppola hace inevitable ahora deshacerme de sus chiquillas rubias y hermosas cuando pongo algún disco de Air, así que es eso lo que me esperará en vivo en dos noches (razón por la cual se me ocurrió escribir sobre mi apatía a sus filmes).







Aquí su cortometraje Lick the star en dos partes:






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