Se ha dicho que los Dardenne hacen cine social porque exploran la cotidianeidad anodina de tipos marginales, porque sus ambientes se detienen en los arrabales, en los cuchitriles cercanos a las autopistas, a la chatarra y al mar. Es social porque desnuda el vicio espeluznante de un sistema perforado por el consumismo, la falta de trabajo y de oportunidades para jóvenes; revela la devaluación de valores y el pesimismo en la educación actual, aunque pródigo en ejemplos de cómo las políticas sociales sólo menguan una parte del mal: albergues, asistentas sociales, y hospitales con seguro.
En El niño (Le enfant, 2005, Bélgica) entramos en la vida errática del ladino Bruno, su adolescente mujer Sonia y del primogénito recién nacido Jimmy, el bebé que da título al filme. Bruno (Jeremie Renier) de 20 años, quien apenas se entera que es padre, ya ve a su vástago como futura pieza de trueque, sin ningún tipo de remordimiento, total, puede hacer hijos cuando le dé la gana. Pero si Bruno aparece como máquina de producir ideas fuera de la ley para conseguir dinero, los Dardenne también muestran su lado más infantil y atrasado: toscos juegos de manos con Sonia, compulsión para fumar, planear robos con su banda de ladrones, formada por niños.
La cámara al hombro desaparece, y nos metemos de lleno en el deambular de Bruno, en sus idas al bar, en sus persecuciones, en sus paseos por la ciudad, en su ansiedad al buscar el objeto perdido. La tranquilidad llega a la manera de Bresson en un parafraseo de aquel mítico perdón del Pickpocket: Oh, Jeanne, para llegar hasta ti, qué extraño camino he tenido que recorrer. Bruno cabizbajo y con más lágrimas que nunca espera la redención y el borrón y cuenta nueva. ¿Se lo darán?
La cámara al hombro desaparece, y nos metemos de lleno en el deambular de Bruno, en sus idas al bar, en sus persecuciones, en sus paseos por la ciudad, en su ansiedad al buscar el objeto perdido. La tranquilidad llega a la manera de Bresson en un parafraseo de aquel mítico perdón del Pickpocket: Oh, Jeanne, para llegar hasta ti, qué extraño camino he tenido que recorrer. Bruno cabizbajo y con más lágrimas que nunca espera la redención y el borrón y cuenta nueva. ¿Se lo darán?
Esta pela parece una crónica que puede darse entre un arenal y algún semáforo o esquina de Lima.
ResponderEliminarHola Mónica.
ResponderEliminarCuando la película empieza uno asume que El Niño del título es el bebé, sin embargo, cuando uno termina de verla El Niño más bien es Bruno, ¿no te parece?
Saludos.
Raúl