29.6.10

Bruce LaBruce

 











Este año filmó L.A. Zombie, que se mantiene en la línea de lo que denomina como Homocore. Su penúltima película Otto, or up with dead people, comentada en esta página, no sigue la línea de sus anteriores trabajos No Skin Off My Ass, Super 8 ½ o Skin Flick, aunque todas sí mantienen la agudeza para proponer un softcore delirante.

Bruce LaBruce se ha convertido en un cineasta de culto, en una suerte de creador polifacético, en propulsor de una onda particular de lo pop y camp, que tiene muy claro indagar a través de diversos recursos expresivos el universo del porno menos convencional y de otros subgéneros, como el cine de zombis, sin temor a mezclarlos. LaBruce no sólo es cineasta, sino escritor y fotógrafo canadiense, que vive en Toronto, nacido en 1964, y que acaba de ser demandado por la Fundación Korda por haber usado una foto famosa del Che Guevara en su película The Raspberry Reich (2004).

- Tus primeros cortometrajes son de fines de los ochenta ¿cómo reflejaron esta época y cómo fueron configurando tu universo cinematográfico? Ya aparecen ciertos motivos como los zombies, punks, skinheads, el uso del super 8, una fijación por cierta iconografía popular…

Sí, los gérmenes de todas las obsesiones que han aparecido en mis películas estaban presentes en mis primeros cortos experimentales filmados en super 8. Me gradué en Cine en la universidad de Toronto, y luego tomé dos años de Producción. Los primeros años estudié fotografía fija, y el segundo año trabajé en super 8. Así fue como tuve un background en ambos campos, pero al tercer año de estudios, cuando tenía que financiar la mayoría de mis trabajos, no podía costear una película en 16 mm. ¡Solo los chicos ricos podían mantenerse en producción! Así que me cambié a Teoría de cine social y político, y saqué un master en Artes. Fue mientras estaba por graduarme que comencé a pasar mis trabajos en la escena punk del centro de la ciudad, donde conocí a gente que trabajaba en super 8. Era barato, simple técnicamente y se veía genial. Comencé a documentarme, lo cual me llevó a filmar mi primer largo en super 8, que se llamó No Skin Off My Ass (Nota del editor: de ahora en adelante NSOMA). También sacaba y escribía en fanzines, como J.D.s, el primer fanzine queercore. Era bastante político en una época en que la gente en serio peleaba contra el control corporativo de los medios. Todo ha cambiado con Internet, para bien y para mal.

- Con el transcurso de los años ¿cómo ves ahora dentro de tu filmografía a una película como
No skin off my ass?, ¿cómo así decidiste recrear un filme de Robert Altman?

El autor de la novela original That Cold Day in the Park, Richard Miles, vino a una proyección de NSOMA en Los Angeles, y me dijo que le gustó más mi versión que la de Altman (Nota del editor: cinta que tiene el mismo nombre que el libro y que fue filmada en 1969). Me dijo "Tú la entendiste". Ahora que reviso nuevamente NSOMA -pues la he visto proyectada en unos cuántos festivales últimamente- de verdad, me gusta la película, y creo que sobresale como un ejemplo del tipo de realización underground con micro-presupuestos que realmente ya no existe. Es casi como una película del fin de una era, antes que el cine digital revolucionara completamente todo. Se filmó en super 8 y alargada a 16 mm, y el sonido es horrible -una reseña decía que parecía que "se filmó en una tormenta de nieve y se grabó en una lata"- pero el sentimiento de la película, y su sinceridad, realmente permanece. No creo que ahora mucha gente aprecie su estética, ¡aunque quizá vuelva a estar de moda! Además la idea era "re-homosexualizar" la novela, ya que Altman la volvió más una historia heterosexual. Me encanta su versión también. La vi en televisión cuando era niño y fue tan perturbadora y sexualmente retorcida, que recuerdo haber pensado "Wow, así que esto debe ser la pornografía". Y además soy un gran fan de la protagonista Sandy Dennis.

- ¿Cómo interpretas eso de que haces un cine gay pospornográfico?

En realidad, nunca dije eso, pero las personas me lo atribuyen a mí. De hecho, yo no me considero post-porno, creo que soy pre-porno. Estoy más metido en el porno de los sesentas y setentas, cuando todo el porno gay era hecho en 16 mm y el porno hetero era hecho en 35 mm. Este cine hetero era hecho mayormente por cineastas que trabajaban en la industria cinematográfica "legítima", pero que se "escabullían" en el porno durante los fines de semana o en sus ratos libres. Por lo que había un taller para eso, y no era un cine tan hiper-comercial como lo es hoy. Asimismo, se preocupaban mucho por la trama, la caracterización, el humor, el estilo, en la mise-en-scene, etc. Para no mencionar el significado de la producción. Era mucho más sofisticado y entretenido que un producto actual.

-¿Qué opinas de aquellos que te comparan con Paul Morrisey o Andy Warhol?

Bueno, he sido inmensamente influenciado por las películas de Morrisey y Warhol, a quien le rendí homenaje directamente en mi película Super 8 ½. Adoré su modelo de fábrica al moldear películas de bajo presupuesto y reclutar no-actores y gente de las calles. Me gustaba la forma cómo operaban, como si fuera una imagen distorsionada de Hollywood, tipo casa de espejos. Particularmente, Warhol revolucionó realmente el formato del cine, con su trabajo experimental como el caso de Empire o Sleep. Realmente cambió la manera en que nosotros experimentamos y vemos ahora las películas.

- ¿Cómo surge "Otto, or up with dead people"? ¿Cómo insertaste el papel de la narradora que es la cineasta en la trama de la película teniendo en cuenta que en todo tu cine prima un universo masculino? ¿Qué tratas de decir con Otto?

Mi punto de identificación en Otto, or up with dead people está repartido en los dos personajes principales, Otto y Medea. Ambos son los narradores en el film. Otto representa cómo me sentí cuando era un joven tratando de sobrellevar mi homosexualidad, y toda la desaprobación y las amenazas y peligros y la violencia que debes aprender a encarar cuando eres gay. Y no solo lidiar con el hecho de ser gay, sino también tener que sobreponerse a todas las fortalezas emocionales que toda persona tiene que afrontar: el primer amor, un corazón roto, enfermedades, crisis existencial, etc. Medea me representa en mi vida ulterior como cineasta que ha aprendido cómo mirar al mundo con una perspectiva más amplia y más política, y cómo satisfacer todo por una mediación a través del arte. Creo que Otto, o Up with Dead People tiene numerosos de mensajes, pero al final se trata de un joven gay sensible que debe lidiar con la enfermedad, la traición, la homofobia y la muerte.

- Una escena de Otto que me parece absolutamente creativa dentro del subgénero y que resultó hilarante: un zombie penetrando a una víctima a través de sus heridas. ¿Qué otras cosas más vas a explorar en un porno no convencional?

No intento hacer una película splatter de zombies gay hardcore real, exagerada. Creo que el splatter (Nota: cine de horror visceral) es el futuro del porno.

- Después de tu filme Otto ¿qué sigue?

Estoy trabajando en un nuevo script, pero la verdad que no hablo sobre eso. Estoy viajando a Berlín, y de ahí a Zurich para un proyecto teatral en el teatro Neumarkt, llamado "Macho Family Romance: A Vaguely Take-over by Bruce LaBruce". Estoy colaborando con Susanne Sachsse, quien protagonizó mis dos últimas películas, Otto y The Raspberry Reich; con Vaginal Davis, quien estuvo en un par de mis primeras películas (Super 8 1/2, Hustle White), y Black Sun Productions, un dúo establecido en Zurich que contribuyó con parte de la música en Otto. Voy a tener otro proyecto teatral en Berlín para el otoño con Susanne tocando el tema de la histeria femenina.

-¿Cómo te presentarías en Perú, país que no tiene circuitos de exhibición de un cine independiente y alternativo, ante un público cinéfilo que desearía conocer tu carrera como director?

Bueno, con Internet la mayoría de mis trabajos deberían ser accesibles ya. Sé que mis películas están disponibles en un montón de sites de Bit Torrent y parecidos. Comenzaría con mi último film, Otto, y luego ir retrocediendo. Como introducción, diría que soy un cineasta gay underground, con una sensibilidad punk que hace películas político-pornográficas de propaganda agitadora (politico-porno agit-prop films!).

28.6.10

Entrevista a Raya Martin

















Raya Martín es filipino, tiene 26 años, ha dirigido seis películas y es uno de los cineastas que más ha sorprendido a la crítica y cinéfilos de los últimos años por su manera de entender y hacer cine.

A los veinte años debutó en la dirección con The island of the end of the world, un documental rodado en digital, en Istbayat, una isla de pescadores que viven épocas en aislamiento por efectos del clima. Como si fuera poco, ese mismo año hizo Short film about the indio nacional, una cinta muda sobre la Filipinas de finales del siglo XIX, donde demostró ya su interés por interpretar hechos históricos sobre el pasado independentista de su país.

Dos años más tarde hizo la obra que lo lanzó a las fauces de los cazadores de novedades y de un “estilo” diferente y que lo puso “de moda”: Autohystoria. Diez planos en hora y media, dos elementos para recios, pero que provocaron llamarlo el “nuevo niño terrible del cine”. Bajo su perspectiva y con un uso arriesgado del lenguaje cinematográfico (que muchas veces recuerda a los videoarte), Raya sigue a dos muchachos en un bosque que luego son capturados y asesinados. Luego surge la comparación (extracinematográfica porque hay referencia por tomas de un monumento en una plaza) con un hecho que puede ser similar o análogo: la muerte de Andrés Bonifacio y su hermano, fundador del grupo revolucionario Katipunan, quienes murieron a manos de Emilio Aguinaldo, primer presidente de Filipinas, a finales del siglo XIX.

En el 2008 hizo tres trabajos casi seguidos y actualmente se encuentra rodando Independence. Adora el cine de Parajanov, Sokurov y Tarkovski, pero también a Lino Brocka, Warhol o Wes Craven. A continuación una entrevista con Raya sobre Raya cineasta.

- Tu cine es un caso excepcional. No sólo por tu apuesta estética casi minimal y extrema, sino porque tienes 26 años y ya tienes varios trabajos relevantes. ¿Cómo así te alejas de la tradición del cine filipino (Lino Brocka) y marcas también una diferencia con las películas de Lav Díaz o de Brillante Mendoza, por ejemplo?

Honestamente, no lo sé. No soy conciente de desafiar el Cine Tradicional Filipino, el cual es narrativo, melodramático, genérico, porque también me gusta ver películas con una estructura clásica (incluso telenovelas). Sucede que me gustan las ideas y pienso que son lo suficientemente buenas para el cine de esa forma. No recuerdo tampoco ser un estudiante excepcional. Detesto leer, no he terminado ninguna novela o ensayo. Muchas de las ideas probablemente salieron de mis experiencias personales y de que soy emocionalmente sensible.

- Tus exploraciones sobre Filipinas tienen que ver con tesis políticas y sociales, como en A Short Film About the Indio Nacional, ¿por qué el interés de indagar estos aspectos de tu país en tu segundo trabajo?
 
Indio Nacional la hice cuando tenía 21 años. Mi familia estuvo involucrada, de una forma u otra, en la historia política de mi país. Mi padre es un factor importante también, él antes fue un escritor, y tiene un amor especial por la historia de Filipinas. Crecimos con libros y otras cosas que eran muy de Filipinas, en contraposición a la usual crianza occidental que hay aquí. La película fue en realidad una exploración personal, y aquello solo reflejó este background. Personalmente, me emociono mucho teniendo ideas sobre la Filipinas antigua y sus historias.

- Autohystoria es tu film más polémico, cuenta con menos de diez planos y una propuesta sobre el tiempo, la memoria y la historia.¿Cómo fue recibida en tu país? ¿Piensas seguir indagando formalmente como en esta película?
 
Igualmente, con Autohystoria, nunca se trató de un interés sistemático o académico. Creo que la razón por la que funcionó fue porque estaba personal y emocionalmente estructurada. Puedo discutir sobre la estética de un film más adelante, después que esté terminado, pero nunca mientras lo realizo. Solamente la historia, el espíritu. Con esta película, tal como con cualquiera de las otras que hago, la razón es que tú mismo te hagas la pregunta, como si hablaras contigo en el espejo pero sin lucir tonto o gracioso. Con Autohystoria obtuve respuestas sobre mi vida, mi familia, la vida misma, y tuve una sensación de realización de mi parte.

Como lo esperaba, en un país donde las raíces del cine son más Hollywood, esta clase de film fue mayormente visto como algo pretencioso, así lo sentí. Pero me sorprendo mucho al ver algunas audiencias que se conectan realmente con la idea y la entienden.


- Encarnas los motivos del cine de autor actual pero de modo acentuado: uso del digital, apuesta por el documental, planos secuencias dilatados, sin actores profesionales, sin diálogos, desnudez total del fotograma, aparentes tiempos muertos, ¿cómo delineaste tu estilo?

Todas mis películas hasta ahora son muy diferentes unas de otras: documentales, silentes, experimentales, narrativas... La estética de film a film es casi anti-auteur de alguna manera, para encontrarle la misma imagen exacta. Pero es porque todas tienen el mismo espíritu y las mismas preguntas, anulan su propósito, y desembocan en algo auteur. El estilo en realidad depende de la idea que quiero realizar, en sincronización con lo que tenga en ese momento. Si puedo filmar en 35mm con actores profesionales, entonces armo algo narrativo, comercial y muy simple si es de bajo presupuesto. Si deseo captar algo espontáneo, natural, entonces lo hago con digital. Es cine práctico.

- Eres un cineasta joven. Cómo es un día común y corriente de Raya Martín, considerando que filmas desde los 17 años, a esa edad muchos adolescentes aún no tienen claro qué hacer…

La mayoría de días es así: levantarse en la tarde, internet, desayunar, internet, cenar, internet... A veces salgo a beber con mis amigos hasta muy temprano en la mañana. Luego me voy a dormir. En alguna parte de ese horario, me pongo a pensar ideas. Días laborales significan una o dos semanas de filmación por 24 horas al día. Después, regreso a la rutina de no hacer nada. A la gente le parece idealista, pero cumplir este horario hace parecer muy, muy atractivo un día normal de trabajo.

- ¿Cuáles son tus preferencias, cuáles inspiraron tus films? ¿Cuáles son las películas que sueles ver una y otra vez?
 
En lo que se refiere a hábitos de ver películas, soy un chico normal que fue a una escuela de cine y experimentó algunas obras mágicas. Siempre hay un Tarkovski, un Hou Hsiao Hsien, Antonioni. Pero están en la misma caja que una película de Tina Fey o de Disney. A partir de entonces veo más televisión que películas, así que en cuestión de hábitos son más películas de HBO que, digamos, DVD's piratas de Kelly Reichardt y James Gray. Además, rara vez las veo en un cine, a menos que sea un festival o salga en una cita.

- Now Showing, uno de tus trabajos recientes, dura más de cuatro horas y toca el tema de la piratería de DVD en Filipinas. No la he visto pero no dejo de pensar en las similitudes que puedo encontrar con lo que sucede en Lima. Aquí tenemos un lugar llamado Polvos Azules y es el santuario cinéfilo de la piratería del continente. ¿Cómo te acercas a ese tema?

La película no dice mucho sobre los problemas legales de la piratería en la industria. Se trata más de la idea de este cierto lugar bombardeado por tantas copias de cine, siendo éste algo mágico, momentáneo... lo que sea que es el cine. El personaje no es una abogada, sino una mujer joven normal, así que sus preocupaciones son diferentes, la familia, el novio, ese tipo de cosas. ¿Cómo tratas con la piratería? Se convierte en un asunto que involucra una forma de pensar. Conceptual. Creo que estos centros de piratería son las nuevas bibliotecas, son centros culturales. Les confiamos nuestras decisiones personales. Pero son más preguntas y respuestas para la vida misma. (Abril, 2009)