3.6.11

Y si te vi, no me acuerdo de Miguel Barreda
















Esta película peruana terminada en el año 2001, y estrenada diez años después en Lima, tiene un logro de carácter extracinematográfico, mostrar que en este tiempo la capital del Perú ha cambiado muy poco: la misma burocracia, el desgano de sus habitantes, la cumbia, las aceleradas combis, la delincuencia, el ambiente gris y aburrido, la viveza típica. Miguel Iza encarna a “Lagartija”, un joven que regresa de Alemania para el funeral de su padre en Arequipa, pero que es asaltado y dejado a la deriva en la capital. En su trayecto hacia el sur del país, por la carretera Panamericana Sur, conoce a Eva María (Marisol Palacios), una cajera de minimarket que vive con sus padrinos, y que es sospechosa de robo, razón por la cual abandona la casa familiar y huye hacia el sur teniendo como meta llegar a Argentina. En la ruta se unirán sin querer con un reportero alemán (Matthias Dittmer), quien lleva en la maletera de su auto una momia inca, que intenta preservar de las mafias.

Y si te vi, no me acuerdo es una road movie que tiene diversos elementos que la hacen ágil narrativamente, tiene buen ritmo pero no necesariamente resulta "natural" la ilación de los diversos episodios en que se ven implicados estos personajes apáticos en medio del desierto (enredos, malos entendidos, escapes, robos). El filme soporta sus acciones en la relación ambivalente de los protagonistas, que se ven acercados o repelidos gracias a algunos amagos de MacGuffin, por ejemplo, un paquete de "kingkong" que termina siendo un envío de cocaína o el destino de la momia a lo "Juanita".

El cineasta arequipeño Miguel Barreda cuenta una historia de modo acertado, con mucho humor y manejando ciertos requerimientos de la comedia de enredos, que aquí resulta algo ácida y opaca. Definitivamente es una cinta que debió tener mejor suerte durante su estreno en cartelera comercial. Por lo pronto, queda como documento de una situación de extrañeza acerca de la manera en que se estrena el cine nacional, sobre todo por el lapso desde su postproducción hasta el día del estreno, y por la insistencia en los 35mm que, ya a estas alturas del camino, parece un desmedro que aleja las películas de las carteleras.

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