4.3.11

La prueba de Judith Vélez














 
La prueba (Perú, 2007) es una cinta donde la heroína aprende a partir de un diagnóstico de sí misma provocado por un factor externo, casi providencial, que le va a dar a su vida y a su modo de describir el mundo una vuelta de tuerca.

Miranda (Ximena Lindo) es una joven limeña que llega a la sierra de Arequipa en busca de su padre (Gianfranco Brero), al parecer un tipo de pasado como prontuariado y que permanece en la clandestinidad, y a quien no ve hace más de veinte años. La tensión del reencuentro y la búsqueda de respuestas a crisis familiares se dan en un escenario rural, donde dos intrusos debaten sus problemas desde un ángulo ajeno al contexto en el que viven.

La directora Judith Vélez se vale de panorámicas para dar forma a un territorio olvidado por las lluvias, sobre todo al inicio, del trayecto de Lima a la sierra arequipeña, al viaje de Lindo a ese nuevo lugar insólito en su cotidianeidad. Vélez relaciona la sequía de la región con algún castigo divino. Al hacerlo, el viaje de la protagonista no sólo es personal o de aprendizaje, sino que intenta también dar cuenta de un aspecto social del pueblo azotado por embates climáticos. A través de esta contradicción simbólica entre carencia/abundancia, o de sequía/lluvia, es que la cineasta establece un juego de códigos también entre los personajes. Si no llueve, no habrá soluciones ni respuestas.

A pesar de algunos desaciertos (dirección de arte en los flashback, el didactismo inicial, algo de melodrama en las vueltas al pasado en torno al terrorismo o a la crisis de los ochenta), La prueba es una cinta que levanta en sus última media hora, debido a ese tímido develamiento de máscaras de los personajes. La cinta remata con una respuesta mística, donde el determinismo divino decide lo que somos y lo que haremos.

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