5.3.11

El ojo de Danny y Oxide Pang


















Hong Kong, país que a partir de los noventa desarrolló una tradición del horror más ligada a una mezcla del gore con acción y toques escatológicos y chirriantes, como los clásicos Untold story o Biozombie, también recuperó dentro de su industria fílmica los motivos del cine japonés de terror que estuvieron de moda a mediados de los años dosmiles, y donde presentan relaciones sobrenaturales melancólicas y simbióticas. Los Pang Brothers fueron, y son, cineastas que contribuyeron a esta hornada del fantástico asiático y fueron los responsables de un fenómeno llamado The eye (con varias secuelas), todo un éxito de taquilla y referente obligado sobre el típico fantasma de cabellera negra y palidez rara.

En El ojo (Hong Kong, 2005), una chica ciega recupera la vista tras una operación de córneas. Empieza reconocer los objetos, y a personas, pero también a fantasmas, a quienes confunde con los vivos. Conoce la desazón del sentido recuperado cuando percibe que la vista le ofrece también nuevas ansiedades. En este sentido, los hermanos Pang plasman de manera efectiva la tragedia de una joven que se decepciona tras "ver" su realidad. Este desencanto se anuncia desde la primera secuencia, que presenta a la protagonista tanteando con su bastón en plena estación del metro, ante la prisa de la cotidianeidad, pero prefiere seguir en su mundo de imaginación, dejando la duda al espectador sobre lo que ve.

El ojo es un referente importante en el cine asiático de terror, muestra cierta creatividad e ingenio en el modo en que se presentan los aparecidos para "asustar" al espectador, en el uso de la parte por el todo., por ejemplo. Si bien el argumento de El ojo tiene relación con Sexto sentido de M. Night Shyamalan y con Ringu de Hideo Nakata en la idea de contactarse, comprender y ayudar a aquellas almas que padecen la pugna del purgatorio, el filme de los Pang tiene un acercamiento con una vuelta de tuerca menos espectacular, pero igualmente intrigante. Pero el suspenso se dilata con las escenas en Tailandia, donde la protagonista realiza un viaje a una comunidad con la intención de resolver el enigma de su don, para dar con un final que marca nuevamente el pesimismo (propio del género) y la voluntad en el argumento que recomienda "dejar las cosas como están". Se deja ver.


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