20.2.13

Oscar 2013: Argo de Ben Affleck

Argo es la favorita para obtener el Oscar a mejor película, precisamente por recrear con tintes patrióticos la capacidad de originalidad y de mimetismo de  la maquiavélica CIA en un hecho de la vida real, y por evocar de alguna manera esa magia y bizarría del fantástico como género creado en el corazón del Hollywood más mercantilista. No se trata solo de un homenaje al ingenio del evento histórico del cual se basa la película, que es narrado con buen ritmo, tensión y estilo clásico, bien manejados por el director (y que ha venido demostrando en sus anteriores películas), sino también por la suspicacia del guiño cinéfilo del cual se afilia: la serie B y el cine bizarro.

Uno nota bastante desazón en la propuesta de Ben Affleck al recrear ese Hollywood de productores e interiores de finales de los setenta, entre decadente y aburrido de sí mismo, pero lo suficientemente hilarante como para dotar a Argo de un espíritu satírico, muy a la usanza de la tradición de las crónicas a la caza del desparpajo social. Y lo más importante: mirar a Hollywood como una necesidad para liberar, como parte de una estrategia detectivesca y como aporte a ese Estados Unidos más empoderado y con alianzas de poder: el cine aportando a crear otro tipo de realidades y versomilitades.

Una escena de El Planeta de los Simios de Franklin J. Schaffner  será el detonante para que el agente de la CIA que encarna Ben Affleck despliegue toda la maquinaria del parecer y del simulacro: la idea de un film falso, que copia toda la parafernalia surgida de Star Wars, siguiendo la pauta de un nuevo código del star system y del espectáculo, como idioma universal, y que servirá para que los agentes de la CIA lleguen al convulsionado territorio iraní para rescatar a unos rehenes,  simulando ser un equipo de filmación.

Lo más interesante de Argo es precisamente ese estado de ánimo, el argofuckyourself, que se vuelve en muchos momentos casi un espíritu de cuerpo del detrás de cámaras de la operación para recuperar a los rehenes. Affleck, como ese collage que dibuja al inicio el ser iraní que demanda la cabeza de uno de sus ayatolas, va a ir graficando a ese Estados Unidos de desconfianzas y mentes cuadriculadas, bajo el lenguaje de los bajos fondos de Hollywood, el entorno de guionistas, productores y actores. Hay ese deseo de la memorabilia, de captar en detalles lo mejor de finales de los setenta, en una textura de la imagen que imita por momentos a los filmes de policiales de aquellos años. Y tiene secuencias, como la del aeropuerto al final, donde Affleck carga de suspenso apabullante al thriller más seco.

Argo es un filme logrado, sobre todo por su afirmación de que el cine puede simular la realidad que le plazca y que ésta será convincente, así se trate del cine más cutre o de la ficción más disparatada, ya que lo vale tener en cuenta es que con esa pantalla se pueden salvar vidas y naciones.

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