13.2.12

La chica del dragón tatuado de David Fincher

David Fincher está como pez en el agua. Con esta primera parte de la trilogía Millenium, ha encontrado el mecanismo para saldar cuentas con su pasado en los videoclips y con el imaginario de su filmografía.  Para lo primero, unos créditos donde se cosifica la dualidad de sus protagonistas, en una mímesis de cuerpos cromados y artefactos, sincronizados a los arreglos de Tren Reznor y Atticus Ross (colaboración también de Red social) de una versión en voz de Karen O de un tema de Led Zeppelin. Una inserción asimétrica de lo que luego se verá a lo largo del filme. Y para lo segundo, nuevamente pistas para develar crímenes no resueltos, que como en Zodiac o en Seven, surgen de la truculencia y la maldad en estado puro.

En La chica del dragón tatuado (EEUU, 2011), Fincher lucha con la cinta sueca anterior, en la cual se inspira, y sobre todo con los best sellers de Stieg Larsson, logrando un filme extenso, abarcador, que intenta responder a todas las disyuntivas tanto literarias como fílmicas de sus predecesoras. El resultado, una película dilatada, que no recupera la síntesis de su prólogo, que se extiende en mostrar la historia de "amor no correspondido" como la cereza en un thriller fuerte y sin la evidente carga política o social que encarna el personaje de Rooney Mara.


A pesar de los cuidados de Fincher en su puesta en escena, en hacer del espacio un elemento implacable (el clima invernal, la mansión de Christopher Plummer, el bosque, la funcional casa de Stellan Skarsgård), la condescendencia con la propuesta moral del libro es inevitable, como si el hecho de vestir a Rooney Mara de una hacker gótica produjera de por sí la atmósfera recia y oscura que requiere el personaje. 


El problema no es la adaptación (que pareciera estar presta como sucedió con El código da Vinci), sino en la acumulación de situaciones ya conocidas, sin esa novedad o sorpresa que requiere una cinta como esta, donde miles de personas ya saben quién es el asesino, en qué momento aparece, quién se salva. Fincher no colabora con ese tipo de magia, pero igual, basta y sobra como para llegar a la noche del Oscar.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario