15.2.12

El niño de la bicicleta de los hermanos Dardenne

En este reciente filme de los hermanos Dardenne, el hecho de la resurrección aparece como respuesta contundente a la dureza e indiferencia de la vida. No podría ahondar más en esta premisa que resulta paradójica, ya que estaría develando cómo es que estos cineastas belgas apuestan por uno de los finales más sentidos y mágicos que haya dado su cine. Sin embargo resulta capital para dar énfasis a un tema que había estado omitido de modo más directo en sus otros filmes: el amor filial más fuerte que la muerte. O la muerte que va quedando en un segundo plano porque aún no es tiempo de dejar el mundo hostil y poco fraterno.

Los Dardenne siguen dentro de su propia apuesta por un cine de corte social, directo, si ambages, amparado en personajes lanzados a vivir sin mucha oportunidad de felicidad, seguidos por una cámara muy cercana, y por planos que buscan detectar el nervio de la tragedia contenida o innecesaria.

Como en sus otros filmes, en El niño de la bicicleta, hay personajes que viven golpeados por las crisis económicas y sus consecuencias, metidos en una serie de acontecimientos poco afortunados que los empujan al drama y a la pérdida. Cyril, encarnado de manera notable por Thomas Doret, es un niño de once años que vive en un internado para huérfanos, pese a que su padre vive cerca. La angustia por la ausencia paterna no lo deja vivir y solicita que una vecina se encargue de él los fines de semana, para que así pueda emprender la búsqueda del padre. Cyril es enviado a vivir con Samantha (Cécile de France), una peluquera, con la cual irá al encuentro del padre, sin mucha suerte. Como suplantación afectiva, encuentra en un dealer del barrio una figura paternal, que lo involucrará en delitos mayores.

Es la primera vez que los Dardenne eligen a una actriz de trayectoria (la belga Cécile de France) para una de sus películas, y es la primera vez también en que usan música incidental (fragmentos de un piano de Beethoven) para ambientar sus escenas, puntos que no se muestran negativos ante una película lograda en todos sus aspectos, tanto en su dirección de actores, como en la manera "realista" de contar sus historias.

Esta película breve, precisa, enorme, tiene los indicios de una fábula, tanto por el mismo polo rojo del protagonista y la fijación por su bicicleta,  como por mostrar a un adolescente de apariencia frágil pero tan fuerte y obstinado como un "pitbull", sobrenombre que le llega a dar otro de los personajes. Cyrill luce terco, enfrascado en recuperar a un padre que no lo quiere ver más (Jérémie Renier, actor fetiche de los hermanos), construyendo así desde la desesperanza su humanidad en hora y media de metraje.

A pesar de los cambios hacia un estilo de filmar más convencional, los Dardenne no han perdido la brújula y se muestran comprometidos por hacer un cine más vital, sensible y consciente de las historias de hoy dentro de una sociedad en crisis, violenta e individual.

1 comentario:

  1. La imágen de un niño triste y fiero decidido a querer, decidido a que lo quieran y dispuesto a dejar todo en el camino para cumplir su objetivo para luego ser defraudado nos hace sentir el dolor de una manera atroz. Los Hnos Dardenne hacen eso, y lo hacen de una manera tan realista y despojada de superficialidades esteticas que la historia practicamente nos agarra de la solapa y nos tira para adentro para que la vivamos. Otra gran obra recomendable 100% para sentir y pensar. Saludos.

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