2.10.11

Hop-o'-My-Thumb de Marina de Van

Marina de Van, en este su tercer largometraje, emprende una versión anodina de un clásico de Perrault, Pulgarcito, y lo insufla de un aura de malicia, perversión y violencia muy usual al estilo ya probado de "Under the skin", su primer polémico filme.


Enfocada a dilucidar lo corporal y sus extremos pero esta vez a través del imaginario de un cuento para niños, en Hop-o'-My-Thumb (Le petit poucet, Francia, 2010), De Van narra la voluntad de unos padres de familia en la miseria, que deciden abandonar a su suerte a sus cuatro hijos en el bosque, entre ellos a Pulgarcito. Ya en el bosque, los niños y adolescentes terminan alojados en secreto en la casa del famoso ogro del cuento, que no viene a ser más, en primera instancia, que un cruel adinerado caníbal, que vive a su vez con sus cuatro hijas. Este relato infantil, comienza desde lo extremo para ir hacia lo "más extremo", es decir,  devela las debilidades de sus protagonistas en un entorno cruel y agotado, seco y escaso, donde la figura de un niño, quien enarbola una moral de la supervivencia, será el punto disonante en esta fábula moral y adulta.

Como en Under the skin, Marina de Van nos habla desde lo corporal, desde las fisonomías y participación de los protagonistas en un mundo de pulsiones, en una época medieval, de noblezas y pobrezas paradigmáticas (los polos opuestos, el juego de espejos es un recurso utilizado por la cineasta para mostrar esas polaridades).
La cinta tiene dos partes bien marcadas, y que configuran claramente las intenciones de la cineasta: primero, enfocados en "vivir" la extrema miseria de una familia que come raíces, donde el padre piensa como solución matar a los hijos varones como modo rápido de salir de la pobreza y la angustia. Y segundo, el encuentro con el ogro, y su familia caníbal, de cuatro hijas, en un entorno familiar viciado y análogo a la puesta en escena dentro de la pobreza de la primera parte (De Van propone este juego de espejos a través de una puesta en escena similar, planos idénticos con actores y situaciones distintas: pobres/ricos, masculinizado/feminizado, desamor/amor, por ejemplo).

Estas dos partes tienen en común el papel sumiso de las madres en cada hogar: la mamá de Pulgarcito que permite que su esposo decida abandonar a sus hijos en el bosque (lo que implica volver a un plano de "mujer soltera y carnal") y la esposa del ogro ("gigante" encarnado por un estupendo Denis Lavant, conocido entre los melómanos como el personaje de Rabbit in your headlights de U.N.K.L.E. o entre los cinéfilos por su papel en Los amantes del Pont-Neuf de Carax), una mujer temerosa incapaz de hacerle frente a su marido, bajo y tosco en apariencia.

Este relato fantástico (con elementos incluso anacrónicos que exacerban su lado de pastiche o grotesco como el traslado del ogro a un restaurante del siglo XXI), supone un acercamiento de Marina de Van (colaboradora de Francois Ozon en algún tiempo) a su propuesta bizarra sobre lo corpóreo desde lo transgresor y que mejor que hacerlo con un cuento moral sobre ogros que devoran niños o padres sin amor a sus hijos. 

Hop-o'-My-Thumb tiene una secuencia estupenda, durante una cena en la casa del ogro, que no describo para no aguar la fiesta. Simplemente, una película extraña (por momentos pensé que podría tener el estilo de La bella durmiente de Catherine Breillat, pero menos mal que no fue así), igual de visceral que otros filmes de la autora, y que evidencia las intenciones de esta cineasta por cimentar un universo del cuerpo a través de elementos poco comunes en el cine actual.

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