Esta es una de las cintas posteriores a la RKO, que hiciera Jacques Tourneur, ya en Inglaterra, casi diez años después de sus épocas de hombres leopardos, mitos serbios y rituales tribales. Esta vez, aunque recogiendo parte del imaginario que ya hiciera patente Val Lewton en cintas como La séptima víctima, Tourneur realiza una de las películas sobre satanismo más sugerente, aunque no deje de pecar de ingenua o sea un amago de homenaje al humor involuntario en algunas de sus escenas.
La noche del demonio es abrumadora, esquivando por supuesto la primera aparición del demonio, un muñeco diseñado por Ken Adam (futuros decorados de James Bond), que luce caricaturesca y demasiado "fantástica" para el corte de horror psicológico que la cinta destila en su metraje siguiente. Tourneur se luce en los bosques a medianoche, en la bruma espesa que se convierte en puerta de entrada del demonio a esta dimensión, en los guetos ariscos de cultos satánicos traducidos en granjas desoladas y viejas, en el perfil de su protagonista hostil a lo sobrenatural que entra en la penumbra a la caza de la verdad.
Esta película de Tourneur resulta fundacional si tenemos en cuenta las cintas emblemáticas sobre el satanismo (cosa que también sucede con La séptima víctima de Mark Robson que ya mencioné), como El bebé de Rosemary u otras cintas de Polansky. Un verdadero agujero negro trémulo e ingenioso.
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