12.8.11

XV Festival de cine de Lima: El velador de Natalia Almada













El estilo minimalista se traduce en el devenir de planos fijos enfáticos en el paradójico ritmo de vida de un cementerio de narcotraficantes en el norte de México. La violencia de los carteles más temidos del mundo en su fase final: simbolizada en mausoleos variopintos, criptas de la abundancia, que bajo una suerte de nuevo diseño arquitectónico de la grandilocuencia, aún intentan extender la idea de poder que gozaban en vida los personajes de la mafia mexicana de la droga.

Este documental de Natalia Amada fue filmado en el cementerio llamado Jardines del Humaya, en Sinaloa, y aunque la cinta lleve de título el oficio de uno de los personajes, a quien vemos "cuidar" el camposanto, mas bien se centra en el quehacer cotidiano de viudas, huérfanos, vendedores y albañiles, a modo de fresco del trabajo que hacen cada día en el lugar.

En El velador (México, 2011) las noticias en la radio o la televisión, vistas u oídas por los "habitantes" de este cementerio, van a dar cuenta del contexto de crímenes y caídas y van a facilitar dibujar el entorno a través de datos y sutilezas.Así nos enteramos que Los tigres del norte suspendieron un concierto debido al clima de inseguridad, o que el ex zar atindrogas de EEUU critique que su país ha preferido gastar más dinero en la guerra de Afganistán, ubicado al otro lado del continente, que apoyar la lucha contra el narcotráfico en un país vecino, cuya crisis los involucra.

La tumba del ex capo Arturo Beltrán Leyva, llamado “Jefe de jefes”, es paradigmática para mostrar un sistema que surge a partir de lo ilícito y en contra de los valores antagónicos de la fe cristiana que lucen en lápidas y arreglos. Sin testimonios o entrevistas, el documental, de estilo pausado, contemplativo y crítico, propone una mirada a los efectos de la violencia insertada en ese contexto de entierros, donde cada día se construyen más mausoleos según el deseo y el estilo de vida de los difuntos.

Almada nos muestra con acierto una cara poco conocida de las creencias y rituales, de muertes diarias reflejadas en lujos de concreto, de cómo se va construyendo un nuevo microcosmos desde la muerte y la violencia. El travelling final es contundente no solo para denotar el crecimiento de este lugar, sino para mostrar que los límites físicos y simbólicos de esta "ciudad" de la muerte y el luto no podrían fijarse jamás.

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