23.8.11

La noche del demonio de James Wan












Lo que vive dentro del espejo, que en el sentido común y popular deviene en el mundo invertido, o realidad paralela, es en La noche del demonio la materia del "más allá", espacio de muertos y demonios, que se confunde con el entorno cotidiano y doméstico de una joven familia con tres pequeños hijos. Una casa nueva y una reciente mudanza, como sucede en decenas de películas de terror, pero sobre todo en La casa cerca al cementerio de Lucio Fulci, la saga de Amityville o Poltergeist de Tobe Hooper, se convierte en el escenario del temor y de presencias extrañas y que a través del ojo del cineasta James Wan se vuelve exageración, terror que no teme escatimar en el disfraz o el pastiche.


Nuevamente en esta cinta se exploran los tópicos del género: casas embrujadas, mediums sabias, cazafantasmas con decenas de artefactos de lo paranormal, y una familia que permite aflorar sus problemas a la luz de secretos y misterios. Patrick Wilson es Josh, un padre de familia que se acaba de mudar con su esposa Renai, encarnada por Rose Byrne, y sus tres hijos a una casa en un suburbio. Su adaptación se rompe tras un accidente, en el cual su hijo Danton sufre una caída y entra en coma por varios meses. Una serie de sucesos atípicos (apariciones, ruidos, pesadillas) hacen pensar que la casa está embrujada, por lo que deciden mudarse a otro lugar. Luego descubrirán, con la ayuda de la mítica Barbara Hershey (sobre todo si pensamos en su papel en El íncubo), que el coma del niño no se trata de un asunto de salud.


Repleta de lugares comunes, no por ello desmedro, esta cinta revela la apuesta del cineasta, a través de su buen sentido del suspenso, de la cámara siguiendo de cerca a los personajes, al crear atmósferas de irrealidad que recuerdan al hotel Overlook, en puesta en escena de desvaríos o rescates que se centran en la radiografía de la casa como espacio de la cotidianeidad al revés, llena de demonios y familias pervertidas.


En esta película, James Wan se muestra más contenido en su visceralidad, mostrada con creces en cintas anteriores como Saw, y pese a momentos trillados, que evidencian la recreación (por no decir copia) de secuencias emblemáticas de Poltergeist, por ejemplo, mantiene al espectador en vilo en casi todo su metraje, usando recursos manidos pero con atmósferas logradas sobre el terror en el núcleo familiar.

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