6.5.11

Nido familiar de Bela Tarr
















Nido familiar es la primera película del cineasta húngaro Bela Tarr, que dirigió en el año 1979, y es una obra maestra, con aires de realismo certero, construida con una cámara en mano, con un blanco y negro austero que tensa la necesidad del color, y que transmite el ahogamiento de unos personajes que viven pese a su voluntad en un pequeño departamento de la Budapest socialista.


El filme no se basta solamente en narrar la impotencia de una joven mujer obrera que vive con su esposo recién salido de la cárcel en el piso de sus suegros y cuñados. Bela Tarr es directo al mostrar, a través de esta joven pareja forzada a la vida apretada, cómo la burocracia del Estado socialista impide la satisfacción primaria del núcleo familiar.  Todos atrapados en una promiscuidad de la cotidianeidad propiciada por el mismo Estado que no logra abastecer con su política de vivienda a decenas de familias que hacen colas semana tras semana con la esperanza de encontrar un lugar decente donde vivir.

Bela Tarr muestra en los primeros minutos parte de esta vida laboral de la protagonista, Krisztike, quien marca tarjeta, conversa con compañeros de trabajo y luego llega a su casa, para confrontarse, como cada día, con su suegro, un tipo machista y alcoholizado. Bela Tarr, con el ojo pegado a la intimidad, a través de planos cerrados, de tomas de rostros sobre todo, está a la caza de las conversaciones y sutiliezas, de mostrar el lado oscuro de esta familia que se va envileciendo mientras más la vamos conociendo. El suegro que trata a la nuera de mujerzuela, el marido y cuñado que quieren violar a la amiga de Krisztike en la puerta del edificio, la madre-suegra sumisa, racista y servil, y las cenas y almuerzos de personajes que se alcoholizan. Ante esta antifamilia, a Krisztike no le queda más que convertirse en okupa.

En este filme, lo masculino, tanto la figura del Estado o lo militar (sobre todo en la escena de Krisztike com okupa) y en la figura del marido (un monigote) y del suegro (la voz suprema y castradora) se ven mellados y ridiculizados a la larga, como antiejemplos en un entorno imposible para la mujer, que aparece como apátrida y sin derecho a nada. Bela Tarr, en plena época de exploraciones socialistas, apuesta a dar el mensaje que el derecho a la propiedad, sobre todo teniendo como protagonista a una mujer, joven madre, obrera, es un asunto de resolución fundamental. Un documento implacable que sólo alguien como Bela Tarr podía confrontar.

Nido familiar se muestra lejana de cintas como Satantango o El hombre de Londres, en un plano estético o metafísico, sin embargo eso no le impide ser una joya del ensayo social, sin necesidad de planos secuencia larguísimos o simbolismos extremos.

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