6.4.11

La Cantuta. En la boca del diablo, de Amanda Gonzáles

















Este documental reconstruye el proceso de cómo un grupo de periodistas de investigación peruanos, en diferentes medios de comunicación de comienzos de los años noventa, fueron develando las pistas que llevaron al diagnóstico y a los culpables de una de las masacres de estudio más mediático, uno de los crímenes por el cual el ex presidente Fujimori cumple una condena: el caso La Cantuta. El tema es atractivo para cualquier documentalista que le interese indagar cómo es que la prensa fue obteniendo información de sus fuentes diversas, cómo fue a dar con estas fosas que albergaron los cuerpos de un profesor y nueve estudiantes torturados y ejecutados por las fuerzas armadas, y cómo se fueron juntando pruebas definitivas, usadas posteriormente en el juicio a Alberto Fujimori.

El documental narra cómo es que los medios fueron denunciando la desaparición de este grupo de estudiantes y un catedrático en manos de miembros del Servicio de Inteligencia del Ejército y de la Dirección de Inteligencia del Ejército. Un año después, el 12 de julio de 1993 la revista "Sí" publicó un mapa que daba a conocer el lugar exacto de las fosas y la fiscalía inició así una investigación que tomó años.

La Cantuta. En la boca del diablo (Perú, 2011) de Amanda Gonzáles, es un documental de parte, donde la columna vertebral es la participación de Edmundo Cruz, periodista del diario La República, quien se vuelve el hilo conductor de esta crónica periodística, que busca recuperar datos, sensibilidades, testimonios, a través de una cámara que lo sigue, los ausculta, lo va desnudando en sus recuerdos, en su trayectoria, en sus modos "silenciosos" de hacer periodismo en épocas donde se tenía que ser cauteloso. Cruz va reencontrándose y entrevistando a una serie de personajes de la vieja vida política y del periodismo: los ex parlamentarios Henry Pease, Roger Cáceres Velásquez y hombres de prensa como Ricardo Uceda, ex director de la revista Sí, o José Arrieta, entre otros. Pero también se acerca a los familiares de las víctimas, a los testigos, a personal del poder judicial de modo solidario.

Las casi dos horas del documental intentan abordar los diversos puntos de vista desde este lado de la historia, donde es evidente la aversión hacia lo que es hoy el Fujimorismo, encarnado en la figura de Keiko Fujimori, quien proclama, como aparece en alguna escena tomada de algún mítin, que si llega a la presidencia liberará a su padre de un crimen que no cometió. Digamos que no olvidar que el ex presidente es el gran culpable de este crimen de lesa humanidad es una de las finalidades de este documental de más de dos horas de duración. Sin embargo, a pesar del interesante retrato que se hace de Cruz, tan flemático y pausado en su actuar, el documental tienen un tratamiento que resulta tedioso, si es que el espectador no está del todo interesado en esta reconstrucción o sino no tiene información de todo el contexto de aquellos años. Pese a eso, hay que tener en cuenta el valor de sistematización de los detalles de la investigación y del material televisivo de diversas etapas de este proceso capital en la historia periodística y judicial del país.

La lógica en el esquema del guión permite tanto las dos horas que dura el documental como cinco más, y eso es quizás su defecto, el no tener una visión más incisiva o directa de lo que se quiere mostrar de este proceso, ya que se detiene en demasiada información que busca alternar lo "judicial" con lo más íntimo de las historias. El final, con el monumento a modo de tumba, intenta darle ese ojo más humano, más del tipo de "memoria" que se espera lograr o configurar en el país. Pero eso es una pregunta abierta.

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