9.4.11

BAFICI 13: E espada e a rosa de João Nicolau














Colaborador de Marcelo Gomes, el mismo de Aquel querido mes de agosto, João Nicolau, realiza esta su ópera prima desde la experimentación, pero no en un sentido formal, ya que la puesta en escena no tiene nada de novedosa, mas bien está armada de planos fijos, de cámaras que toman panorámicas para ver en su totalidad las acciones "corales" de sus personajes, sino que su radicalidad se resume en el argumento descabellado, lúdico, sin meterse con un "género" específico.

La apuesta de Nicolau es hacer una mezcla de comedia, con musical, drama, dando así una summa de carácter fantástico de 140 minutos de duración, alejándose de una Lisboa actual y realista, para (como en la cinta de Gomes) hacer un relato sobre un joven que toma maletas y se embarca en una carabela del siglo XVI, para simular el ejercicio de ser pirata y aplicar la moral salvaje de aquellos tiempos junto a un grupo de apóstatas sociales.

El filme comienza evocando el cine musical francés, aquel que le pone melodía a lo cotidiano sin mucho artificio, en una escena desopilante de un cobrador de impuestos con voz de trovador que cae al departamento del moroso protagonista. Sin embargo, la cinta luego vira hacia el tratamiento seco, de planos fijos para plasmar el hastío del protagonista en su cotidianeidad, hasta que lo vemos decidir cambiar de rumbo. Ya en su encuentro con la carabela, Nicolau se va por las ramas, y eso es lo de menos, pues nos mete de lleno en la psique de un grupo humano de caracteres surreales, que en varios momentos me hicieron recordar a las reuniones de El ángel exterminador de Buñuel.

E espada e a rosa (Portugal, Francia, 2010) es una película muy singular, un oasis en la cinematografía portuguesa de estos años recientes, es un viaje por momentos bizarro (donde solo faltaría cambiar de actores y escenarios para que se convierta en esos delirios a los que nos someten algunos directores asiáticos), un paseo descabellado, un ejercicio de autor que hace tiempo no disfrutaba, aunque entrar de lleno en este universo de nonsense tome su tiempo.

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