29.3.11

Un hombre lobo americano en Londres de John Landis












Un hombre lobo americano en Londres de John Landis fue estrenada en el mismo año que Aullidos de Joe Dante, en 1981, lo que evidencia que en aquellos tiempos el tema de la licantropía gozó de adeptos y de popularidad, lo que ayudó a convertirlas en las odas más emblemáticas de la conversión bajo la luz de una luna inmensa y del culto a las balas de plata; junto a una tercera cinta que viene bien al caso mencionar, la posterior En compañía de lobos de Neil Jordan. La transformación de hombres en bestias como ejercicios de lo visceral, doloroso y, a la vez, catártico en tres ejemplos paradigmáticos


La cinta de Landis fue un éxito porque propuso una mirada más de pastiche, a través de su sentido del humor negro, hacia las atmósferas góticas en el que se suponen viven los hombres-lobo según el mito (bosques, pueblos alejados, cuevas), sino recordar el inicio de la cinta que da fe de eso, en la taberna rural y de aspecto vikingo La Oveja degollada, a donde llegan dos amigos en busca de posada sin saber que cerca de allí, en medio del camino y de los árboles en plena medianoche, serán atacados y contagiados por la bestia. Pero luego, Landis vira hacia el mundo citadino, de subterráneos, edificios y bares como el que ofrece la Londres ochentera, de tranvías y chiquillos en plena onda punk o dark, donde despierta el protagonista sin saber bien del todo qué tipo de cosa engendrará su cuerpo.

Un hombre lobo americano en Londres es una cinta de mi culto personal, no sólo porque fue un total disfrute en la infancia, algo inexplicable si es que ahora la vuelvo a ver y contemplo las escenas gore, guiños al cine porno y personajes desnudos en pleno ataque (tal como sucedió con Aullidos, otra joya del imaginario infantil irrepetible, porque es evidente que de niña una no le puede dar el contexto más “adulto” de relacionar la pulsión de sexo y bestialidad de modo tan explícito de esta cinta de terror no apta para menores, pero ni modo una se las arregla para hacerla suya de manera más inocente). El hombre lobo en una versión más moderna, con giros argumentales e inevitables al argumento del monstruo de los cuentos, con un final rápido y suelto de huesos, como diciendo que ya no hay más nada qué decir. Así, de hachazo.

Landis le prodiga a este filme una banda sonora muy especial, con temas de Bobby Vinton, Elmer Berstein, el clásico Moondance de Van Morrison y el Bad moon rising de Creedence Clearwater Revival. De antología.

2 comentarios:

  1. Inolvidables tardes y noches ochenteras de terror televisivo que marcaron nuestras existencias para siempre. Síguenos recordando más títulos, Mónica

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  2. También de 1981 Wolfen (con Albert Finney) y ya con más retraso en 1984 The Company of Wolves de Neil Jordan

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