1.2.11

Somewhere de Sofia Coppola













Jamás he sido fan de Sofia Coppola. Su apelación a una puesta en escena videoclipera y a un imaginario indie en sus relatos (delirio, angustia y consumismo adolescente amparado en hits musicales de todo calibre y estirpe) siempre me parecieron poses en un entorno hollywoodense que se disfraza de cine independiente. Igual su cine no está mal, pero yo no empato con su modo de mostrar universos de vírgenes suicidas fresas y reprimidas, ni de millonarios aburridos en hoteles cinco estrellas a ritmo de Roxy music. Sin embargo, Somewhere, a pesar de su final malo y fácil, me parece una cinta de interés especial sobre un personaje mediocre aburrido de sí mismo: la mejor Sophia Coppola, aunque sea a medias.

Stephen Dorff es un actor menudo con tiempo de sobra para pasar horas metido en su hotel en pleno Los Angeles, donde además hay fiestas y bailarinas de pool dance como servicio a la habitación. No es hasta la llegada de la hija de once años (Elle Fanning), que este actor ve romper un poco su monotonía con un poco de ballet, duelos en el Guitar hero a ritmo de The police, comida casera y juegos en piscinas. No es hasta la partida de la hija, que Dorff concibe su propia soledad y vacío, y se mira sin familia y sin mucho futuro.

Coppola abre su filme con un plano fijo de un auto dando vueltas en una pista circular en medio del desierto. Luego de varias vueltas, el carro se detiene y Dorff aparece para plantear una pausa a la velocidad y a la ruta repetida. Luego vienen los créditos y una melodía instrumental de Phoenix. Durante los siguientes minutos, la cineasta va a mantener este ritmo seco y lento, que se toma su tiempo en presentar el curso del día de este personaje que se sopla sesiones de baile erótico para luego dormir, o que asiste a una fiesta, seduce a una chica y ronca encima de ella sin culpa. Coppola se detiene en planos semicerrados de Dorff que bebe una cerveza o que admira de modo risueño los contorneos de dos gemelas rubias a ritmo de Foo fighters, dos mujeres que se hacen una en un plano fijo que las corta y completa a la vez. La mirada del tiempo a lo Antonioni es más que evidente, es rastrear actos cotidianos sin mucha importancia a la hora de la acción (ya Coppola hizo referencia en alguna entrevista al modo de filmar lo cotidiano de Chantal Akerman, lo que me parece una exageración y pésima elucubración), como tomar una ducha con el brazo enyesado en alto o permanecer inmóvil con una mascarilla gruesa para lograr una caracterización para algún rodaje. Dorff no importa, no le importa  a nadie, salvo a su asistente, que le planifica conferencias de prensa donde los periodistas le formulan preguntas que tiene respuestas balbuceantes.

Coppola filma momentos maravillosos, como aquel de la púber Fanning en la pista de hielo, mientras el padre no sabe si verla patinar o responder un mensaje de texto al celular. "¿Desde cuando patinas?", pregunta Dorff, a la hija que parece que recién acaba de conocer. Un juego de Nintendo Wii y el Guitar hero como puentes del siglo XXI para la interacción filial, un nuevo lenguaje añadido a los deberes y a las conversaciones inexistentes. Porque de alguna manera, padre e hija apenas si hablan, mas bien se conectan a través de estas trivialidades del recreo. La escena de la piscina, de los dos simulando tomar un taza de té bajo el agua, es paradigmática, por ser el espacio del no-habla, del gesto y el movimiento, sitio ideal donde estos personajes llegan a conectarse.

Somewhere es un acertado acercamiento de Coppola a un cine de tiempos, más seco, lejos de la luminosidad del falso indie al que estaba acostumbrada. Pese a sus pocos logrados quince minutos, que deterioran toda la sutileza que había construido en torno a este personaje vacío y nada espectacular, es una hermosa película sobre el aburrimiento y la desidia en medio de la frivolidad.

3 comentarios:

  1. Tu si que eres mala y frivola criticando, si no ves más de lo que dices!
    Daniel de Barcelona (Catalunya)

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  2. Hola Daniel, tampoco usted revela más de su párrafo, por lo menos si dijera qué cuestiona me haría más fácil la duda.

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  3. Es obvio que es retórico su comentario. No hace falta ser un crítico de cine... eh... un psicólogo para saberlo. Él no busca una conversación seria sobre la película, sino apela al hecho de su sequedad y forma tan directa de decir las cosas, basándose en no más que su unidireccionalidad de pensamiento "cineasta". Comprenda, señorita Mónica, que el mundo está basado en hipocresía y usted no debe hacer aproximaciones de ese estilo si quiere aprobación del grueso del pueblo.

    No siendo más, me despido. No pasaré más por este sitio así que será el último adiós.

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