La primera escena de Mi mejor amigo (Mon meilleur ami, Francia, 2004) de Patrice Leconte, y quizás también algunos diálogos, me remite a alguna secuencia de Los que me quieren tomarán el tren, película de el también cineasta francés Patrice Chéreau, donde un grupo de gente se reunía, desde diversas partes de Francia y del mundo, y después de varios años, tras la muerte de un pariente, en un velorio. Pensar el funeral como el rito póstumo que revela cuan querido o no se fue en vida es la idea que dispara el argumento de esta película de Leconte, salvando las distancias, pero hasta allí van las evocaciones mortuorias, ya que Mi mejor amigo es una fábula deliciosa y diferente sobre la búsqueda y pérdida de la amistad (una suerte de fábula moral que tiende a manejar lugares comunes sobre el tema, y eso para nada la desmerece).
Daniel Auteil es un coleccionista soberbio y egocéntrico que tras una apuesta se ve confrontado a su realidad: no tiene mejores amigos y ante esa apariencia tiene que demostrar a un grupo de conocidos, en un plazo de nueve días, que sí goza de los favores que puede brindar tener un buen amigo. Lo cual resulta catastrófico pues Auteil, quien encarna a François, no cuenta con ninguno, y es allí donde comienza su odisea por conseguir o volver a encontrar a los amigos perdidos. Después de días, y con la tensión de tener los plazos vencidos ante la apuesta, le cae del cielo la ayuda de un chofer de taxi (Danny Boon), que tiene todas las características de ser el mejor amigo ideal, poseedor de las tres "S": sincero, simpático y sonriente. Y durante este aprendizaje mutuo, tenemos varios hilos conductores: un ánfora griega que evoca la amistad de Patroclo y Aquiles, un fragmento de El Principito de Saint Exupery y las menciones al programa Quién quiere ser millonario.
En la primera escena vemos a Auteil asistir a un funeral en una iglesia donde apenas una decena de personas acompaña a la viuda, entre ellas él. Al comentar el hecho en una cena, los comensales mencionan que era lógico que el funeral estuviera vacío pues al muerto nadie lo quería, y que de hecho así iba a ser el entierro del Auteil difunto, pues no tiene ni un solo amigo que acompañe en el dolor a los deudos. Y es de esta manera que comienza el dilema de nuestro antihéroe, que va a la caza de un amigo, como si se tratara de una pieza de las colecciones de arte que suele comprar.
Leconte plantea, a través de un guión casi redondo gags visuales y diálogos "inteligentes", todo un cuestionamiento sutil a la cultura de la amistad en una sociedad que va perdiendo esta perspectiva de valores. Satiriza desde los gurúes que esbozan teorías espirituales para encontrar al mejor amigo hasta los best sellers de cómo hacer amigos en diez pasos. Mi mejor amigo es una comedia ligera que escapa a lo cursi o a lo melodramático, que podrían tener otras venidas de Hollywood por ejemplo, y que sigue mostrando las estupendas cualidades de Auteil, y de Leconte, que ya había tenido varios bajones.
Que alegría encontrar un post sobre "Mi mejor amigo", película que pude ver hace unos años durante el festival de cine latinoamericano en el Centro cultural de la PUCP. Posteriormente, Leconte vino a Lima para el festival de cine europeo e hizo referencias interesantes a la película. Tierna e inteligente a partes iguales, la sinopsis de "Mi mejor amigo" puede sonar tópica pero logra tocar una fibra sensible en todos aquellos que alguna vez peleamos con un amigo. Felicitaciones por recuperar películas que no están en cartelera y que nos son clásicos reconocidos.
ResponderEliminarJUAN.