27.2.11

El discurso del rey de Tom Hooper















Más allá del duelo actoral de dos intérpretes que corroboran el carácter histriónico exuberante, de enfáticas dicciones y gestos alabado por la Academia, El discurso del rey (The King's Speech, Inglaterra, Australia, 2010) es una fijación por los contrapicados y picados como modo de expresar un entorno de miradas verticales y de formalidades. De algun manera, esta cinta recurre a una noción de formalidad que la cámara luce como si se tratara del símil del "dedo meñique", donde inclusive el micrófono de los planos iniciales no puede evitar salvarse del ataque gran angular, que lo disecciona y lo enfatiza por ser el instrumento de liberación y corroboración del aprendizaje del protagonista. Planos contrapicados de las calles nebulosas, del duque en la vida casera, del entorno protocolar de la realeza. Una y otra vez.

Por otro lado, el reparto no podía ser más apoteósico, dejando de lado ya a la dupla protagónica dl tira y afloja dramático: Helena Bonham Carter, Michael Gambon, Derek Jacobi, Guy Pearce (en un papel como rey frustrado que me parece insólito en su filmografía) y breves apariciones de Timothy Spall. Toda la puesta en escena no se libera de estas presencias descomunales de la actuación, y eso es más enfático en aquellos planos que enfocan a los protagonistas a un lado del recuadro y que deja el lucimiento del espacio (una pared con colomural con frecuencia) como aforismo del devaneo mental y la oxigenación del pensamiento (no encuentro como graficar esta ironía) del personaje y su dilema nervioso.

Colin Firth es el Duque de York, que ante el ascenso que lo nombra como Jorge VI, se ve en la necesidad de acudir, con menos soberbia de la acostumbrada, a un terapeuta del lenguaje (Geoffrey Rush), de vida familiar fabulosa y de afición poco afortunada al teatro shakespeareano. El conocimiento resulta unidimensional, el del "doctor" que atiende a su paciente, hasta que el rey se ve en la necesidad de pedir ayuda ante el reto de brindar un discurso que pone a prueba su tartamudez. Es a partir de la última media hora del metraje en que surge la amistad, del rey con su súbdito y maestro.

El discurso del rey es una cinta que trata de ser estilizada en mostrar los modismos y encorsetados estilos de vida de la realeza (la secuencia de la muerte del rey encarnado por Gambom Gambon es más que evidente), y eso se siente en los usos del ojo que filma, enfriado, retraído, soso, tan igual de tartamudo como el personaje que retrata.


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