24.1.11

El forastero de Fico García





















Como por arte de magia chamánica, Federico García, el director peruano más prolífico durante la ley 19327, autor de obras tan disímiles como Túpac Amaru, La manzanita del diablo y La yunta brava, consiguió que la productora de Miguel Bosé se interesara en un proyecto de carácter insólito. El forastero se estrenó a mediados del año 2002 en España y tuvo una pobre repercusión en la prensa y en la crítica especializada.

Un E.T. rubio y adonis, procedente de un lugar donde la perfección ha superado a los valores esenciales, llega a un pequeño pueblo de Paucartambo, donde conviven variopintos vecinos, con el objetivo de reinstalar en la tierra la civilización tecnológica de su planeta, poblado por máquinas perfectas carentes de humanidad. Un alienígena bien parecido que cuenta con poder biónico en los ojos, miradas asesinas de rayos láser, un ovni hecho de luces, facultad para que vasos de chicha de jora hiervan solitarios sobre las mesas, o don para que los muertos regresen de la muerte cual Lázaros.  El universo de El forastero  (Perú, España, 2002) es disparate puro, desde la simple premisa argumental del alienígena perdido en la tierra hasta la metáfora del mesianismo.

Nadie va a creerse la payasada de la condición humana o la crítica hacia los intereses del  primer mundo, ideología que quedaría sofocada por la ingenuidad que opaca cualquier pretensión. Por ello, las declaraciones que diera Federico García, donde señaló que "espera  que la película mueva al cinéfilo a meditar sobre un segmento de la realidad que compartimos en un mundo heterogéneo y globalizado", me parecieron parte de los diálogos de algún personaje de su estrafalario guión.

El forastero es una película mala, pero eso no evita que valore elementos que la hacen una experiencia "chocarrera". Fico García evoca a iconos o fantasías del imaginario gay propios de Pierre et Gilles, al poner al bailarín Nacho Duato, corriendo con algo de dificultad con aire de mártir en medio de un campo de flores amarillas como preludio a su encuentro con los humanos, imagen algo pastoril frente a la toma de Duato desnudo en medios de ruinas y centellas.

La tosca puesta en escena, las mala actuaciones y los descabellados errores de continuidad, que pueden pasar como descuido pero también como malas elipsis, quedan sublimados frente a los diálogos que parecen arrancados de los labios de Nemesio Chupaca. Fico García es ingenuo al hacer que sus personajes comenten sobre el materialismo dialéctico, que Duato sea una suerte de Cristo que come cuy en su última cena (al modo de los cuadros de la Escuela cusqueña) o que realicen una defensa de un indigenismo anémico. El forastero es una copia defectuosa sin el delirio de un The man who fell to earth con David Bowie, o de la ciencia ficción incrédula de un Starman. Este intento en el cine peruano en el género fantástico deja un sabor amargo. (Publicado originalmente en la revista Quéhacer).

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