30.1.11

The children de Tom Shankland














Vagamente inspirada en ¿Quién puede matar a un niño? de Narciso Ibañez Serrador, Los niños (The children, Inglaterra, 2008) es una película de horror que, como la cinta española, tiene como protagonistas a pequeñas víctimas de una violencia viral que los hace verdugos de todos los adultos que tengan cerca, incluso de sus propios padres. La premisa de niños asesinos o malvados cobra una vez más forma, aunándose así a la lista de El pueblo de los malditos de John Carpenter, El señor de las moscas de Harry Hook o El otro de Robert Mulligan, cintas paradigmáticas sobre el universo infantil sometido a elementos externos que los hacen mutar en seres imprevisibles y atemorizantes.

The children está ambientada en épocas navideñas, y se centra en la casa de campo de una pequeña familia británica rural, en medio de la montaña y la nieve, que recibe la visita de familiares de la ciudad en una atmósfera de hermandad, en un reencuentro matizado con anécdotas de infancia, modos de educar a los hijos y problemas de la vida filial. Es también la reunión de dos hermanas con sus respectivas familias, una con tres hijos (entre ellos, una adolescente y un niño autista) y un marido obsesionado con negocios millonarios en China, y otra, sobreprotectora, con dos hijos, a quienes desea mantener en la vida rural a través de una educación brindada en casa, y que vive con un marido de espíritu juvenil. Dos familias del típico mamá-papá-hijos que poco a poco irán siendo desmanteladas a causa de un virus que vuelve a los niños violentos e irracionales.

Tom Shankland va a plantear su relato a partir de un enrarecimiento del entorno familiar, al mostrar cómo estas familias manejan concepciones sobre la crianza de los hijos de modo disímil, y a partir de estas divergencias de opiniones, que se muestran incluso desde la sutileza (niños sobreprotegidos, engreimientos, comparaciones entre madres, almuerzos viciados), apelar a cierta suspicacia sobre los roles de los padres y la supuesta enfermedad que van adquiriendo los niños, suceso que cobra poca importancia al final de cuentas a pesar de esa evidente sobreprotección.

El horror va a aparecer tras un accidente que propicia asesinatos en cadena de ambas cabezas de familia. Shankland por lo menos muestra cierta creatividad en los planos sobre los crímenes, amparado en la blancura de la nieve y la amplitud de los espacios en el campo. Muestra cuidado en plantear cómo se relacionan los personajes, la adolescente con el tío apuesto, las dos hermanas en competencia de quien es mejor mamá, y los niños en sí, en quién gana la atención de los adultos y quién merece la estrella dorada en la frente a modo de estímulo. Cuando estalla el miedo, el cineasta usa recursos manidos del género, sin embargo sale librado en su visita a la epidemia de estas semillas del mal. E



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