14.12.10

Cafe flesh de Rinse Dream
















Para empezar, es inevitable que Cafe flesh (EEUU, 1982) no tenga el espíritu under, kitsch y estrambótico de su cineasta Rinse Dream, quien se hace cargo además de la producción, dirección de arte y guión. La historia es casi un albur: el mundo se divide tras la III guerra mundial en sexopositivos y sexonegativos, entre gente que le hace asco al sexo y gente que lo disfruta. Aquellos que aún tienen el goce del placer se convierten en los protagonistas del Cafe flesh, un teatro de vodevil, al estilo del Cabaret de Bob Fosse, donde exponen sus lubricidades y habilidades ante un público sin libido. Cafe flesh es una porno inusual, salida de un universo demente que busca hacerle frente a la erotomanía de lo convencional.

Cafe flesh es una comedia con ingredientes de la ciencia ficción, un mundo post apocalíptico dilucidado a través de interiores de este teatro de la carne. Un maestro de ceremonias, que más se parece a un payaso en estado de shock, presenta una serie de números con diversos motivos, escenas teatrales de la vida sexual, eventos de por sí risibles, ingeniosos y, en algunos casos, patéticos. Sin embargo, Rinse Dream (seudónimo de  Stephen Sayadian) propone un entorno bizarro, con un poco de trama dramática (existe una sexopositiva en medio de los sexonegativos que tiene que aguantarse en los momentos más lúbricos, ya que si no quedaría como traidora de su grupo).

Resulta interesante cómo de alguna manera Rinse Dream va a dibujar el contexto de vida de los sexopositivos, casi esclavos o monigotes corporales, que buscan a cómo dé lugar lograr un poco de estímulo entre los castrados sexonegativos. Es una suerte de alegoría (claro, algo simplona) de la producción y  recepción del porno ante un público que no se sacia con nada, y es algo quizá que nos sucede como espectadores en este Cafe Flesh. Es claro que Rinse Dream no pretendió dirigir una porno usual, al contrario junto a Detrás de la puerta verde o El diablo en la señorita Jones propone un "porno" con algo de "cerebro", ya sea en su apuesta psicodélica o bizarra, menos "académica" que lo dilucidado en las películas de Damiano, por decirlo de alguna manera. Cafe flesh es un disparate, pero que goza de frescura, y que con los años ha adquirido incluso significativos un poco más profundos, si es que tenemos en cuenta la problemática del SIDA. Un clásico imperdible.

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