6.11.10

Lola, la chica de Hollywood

















Hace algún tiempo que me interesan el estilo, los juicios de valor y las sensibilidades en torno a la tradición y lo moderno en el periodismo cinematográfico de los años veinte del siglo pasado en el Perú. Tras revisar diarios y revistas de aquella época hallé este texto titulado Lola, la chica de Hollywood, columna que se publicaba con regularidad en el diario La Crónica de 1929.

A continuación, transcribo una suerte de crónica, redactada a modo de carta, y firmada por la tal Lola, de quien no tengo más señas. El texto me parece peculiar en la medida que refleja un modus vivendi y la certeza de que el lector está interesado en saber más del Hollywood desde la cotidianeidad y lujo de las estrellas del écran. Por el tono del texto y el contexto de la narración, supongo que se trata de una transcripción de alguna publicación extranjera, como tantos artículos europeos que se publicaban. Por los nombres me hace suponer que pertenece a alguna revista o diario español.
 
Lola: la chica de Hollywood

Pepilla del alma:

Quisiera tener el talento de un eminente escritor o de un poeta para explicarte lo que está pasando dentro de esta cabecita y este corazón de tu amiga.

Tal vez habrás observado que en mi última carta hablaba muy poco de las cosas elevadas de la vida, pero con el calor me tenía todo el día correteando de aquí para allá en traje de baño, y por la noche, en indumentaria todavía más ligera. Había perdido por completo la cabeza, y las piernas se me habían puesto como cardos. Ahora bien, ante todo eso creerás que me he vuelto loca de repente - esas cosas suceden siempre de repente que casi me he ahogado en el mar de la dicha, el amor y el romance.

Después de cultivar por días a John Gilbert, William Haines y otros muchos simpatiquísimos, que decidí orientar mis exploraciones a un campo diferente. Tu ves a estos muchachos, los puedo tener en cualquier momento, pero ¡qué de usos nos puede encerrar lo DESCONOCIDO!

Imagínate que en el hotel de una casa inmensa, unas terrazas al aire libre, mesitas, rincones cubiertos de flores, palmeras. Tú sabes el provecho que Cleopatra le sacaba a las hojas de palmeras... y el mar enfrente con millones de pececillos plateados que saltan y hacen cabriolas en el aire. A una le parece que se acercan a cantar, tan inteligentes parecen.

Uno de esos días, nuestro William Haines, en nuestro acostumbrado paseo a caballo frente a New Castle, donde están todos nuestros soldaditos... Por supuesto que tuve que decirle a Bill que en cuestión de soldaditos, a todos él se los lleva de encuentro. ¿No lo has visto en Amor, violencia y fortuna? Conoces West point, en esa cinta, no con ojos de turista, entramos en la intimidad de la vida estudiantil. Te aseguro que William Haines es el mozo más desparpajado que ingresara jamás a una academia militar, así como el mozo más desparpajado del team del balompié en Brown of Harvard o del team del baseball en Slide, Kelly, slide. Y Joan Crawford, esa heroína más linda que te puedes figurar, sólo que me queda con las ganas de verle más a menudo.

En cuanto al amor, ¡no hay más que pedir!... se siente uno rebozado en mieles. Y cuánto al héroe, lleva todos los requisitos inimaginables. Muchas veces me habría preguntado yo que harán esas futuras generaciones cuando no se ocupen en planchas sus pantalones. Ahora ya lo sé. Y tú lo sabrás cuando veas Amor, violencia y fortuna.

¡Santo cielo, linda! Quería contarte lo que descubrí en el regimiento de Jamaica, pero se me ha hecho demasiado tarde. Tengo un compromiso para el té. Perdóname si te descuido a veces.
Tu amiguita del alma
Lola
Domingo 06 de enero de 1929, publicado en el diario La crónica de Lima.













En esta foto aparece William Haines, con la actriz Marion Davis, con quien protagonizó varios filmes.   Haines fue un afamado actor de la década del veinte, actuando en más de veinte películas.  Luego se conoció su orientación homosexual. Fue famoso también por sus diseños de interiores en mansiones de Hollywood para las mismas estrellas. La cronista hace mención a la amistad que tuvo con este actor, considerándolo modelo de belleza y masculinidad.

Esta carta ficticia elabora un discurso de cercanía con el entorno de Hollyywood, haciendo plausible en el imaginario del lector, la posibilidad de lo mundano y real en el círculo de actores y actrices de fama. Es decir, podemos ser amigos de alguien que conoce a los actores, y que además nos escriba cartas sobre ellos. Este modo de acercarse a las estrellas del cine fue común a través de crónicas y fotos, incluso de los mismos periodistas peruanos (periodistas es un decir, ya que se dieron los casos de personas de clase alta limeña, que vivía en plena California, y que enviaban sus relatos sobre la vida cerca de las estrellas). Lola enfatiza este estilo en medio del glamour y que era cuota importante para la prensa del corazón limeña de aquellos años.

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