Me acabo de enterar que se murió hace unos días Ingrid Pitt, una actriz que solía condensar mi manera de entender lo vampírico como voluptuoso, carnal y lúbrico, sobre todo marcado por el ambiente tan anacrónico o gótico de las películas producidas por la Hammer. No es que se trate de una actriz de relevancia actoral, porque Pitt no lo era, sino más bien de una presencia distinguible en los entornos de los Christopher Lee y demás viriles de colmillos babosos y sanguinolientos. Pitt era más que un vampiro, era una gata nocturna, una mujer de grandes pechos casi al descubierto en el mundo oscuro de Transilvania.
Dos cintas importantes en su carrera, sino las únicas: The vampire lovers (1970) de Roy Ward Baker, adaptación del relato Carmilla de Sheridan Le Fanu (sobre una vampiresa con sed de venganza), que introduce en el subgénero los tópicos de desnudos y lesbianismo, y Countess Dracula (1971) de Peter Sasdy, una versión de la vida de la condesa Erzsébet Báthory, atractivo personaje que ha inspirado a poetas, músicos y cineastas.
Según la película, ambientado en la Hungría del siglo XVIII, la condesa Elisabeth Nádasdy (Ingrid Pitt) comienza a matar a muchachas para poder bañarse con su sangre y así recuperar la lozanía que ya viene perdiendo. Junto a su amante, el capitán Dobi (Nigel Green), acumulan crímenes y litros de sangre, hasta que se aburre y decide suplir a la hija ausente.
Cuenta el mito, que en la parte final del rodaje de esta cinta apareció un descendiente de la histórica condesa: “Si hubiese acudido a nosotros con anterioridad podría haber sido de mucha ayuda. Él tenía un montón de archivos familiares en su poder. Yo hablé varias veces por teléfono con él, y tenía una gran cantidad de historias que contarnos acerca de ella (la condesa). Algún tiempo después, cuando junto a Christopher Lee viajamos a Rumania, vimos el lugar donde la condesa fue amurallada. Según los campesinos, aún puedes escuchar a la condesa decir: ´Déjenme salir´”, dijo Pitt. No le creo nada, pero qué importa, por lo menos Pitt me ayudó a darle cuerpo a ese personaje tan perverso. Valió la pena.
La condesa Drácula (1970)
The vampire lovers (1971)
Hola:
ResponderEliminarA mí personalmente me encantaba Ingrid Pitt. Las dos películas que mencionas son probablemente las mejores que hizo dentro del género fantástico como protagonista. Pero hay otras dos muy curiosas que valen la pena, en las que tiene rol secundario relevante. Una es la versión original de THE WICKER MAN (1973), de Robin Hardy, que protagoniza Christopher Lee, de la que hay DVD. La otra es la hispana EL SONIDO DE LA MUERTE (1964), de José Antonio Nieves Conde, sobre un monstruo prehistórico invisible. Una rareza que sólo he conocido a través de la televisión y hace muchos años.
Chévere, Kiko, las buscaré. Saludos.
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