Si los años cincuenta tuvieron a Ricardo Montalbán, los sesenta a Anthony Quinn y los noventa a Andy García, por ejemplo y sin hacer comparaciones, en el inicio del nuevo siglo la figura de Gael García Bernal se asomó con velocidad como representante de actores latinos que ocupan un lugar visible dentro del panorama hollywoodense y europeo. Gael no sólo es famoso por su apariencia o por haber sido incluido en la revista People en español como uno de los artistas mejores vestidos o como el soltero más deseado (aunque también apareció como una de “Las 50 bellezas latinas”), sino que su modo de actuar de perfil bajo, casi sinuoso, prolijo, sin exageraciones ni demasiado histrionismo le permitieron salir de México e incursionar fuera con trabajos que resultaron atractivos.
Como en el caso de Diego Luna, Gael ni se acerca a la imagen de macho latino o galán top model, sino que se queda en la imagen de joven tranquilo, en algunos casos timorato, con arranques de vehemencia pero sobre todo dispuesto a mostrar sus dotes actorales a través de la diversidad de los papeles que le tocaron: desde un travesti en La Mala Educación hasta el mísmisimo Che Guevara en Diarios de Motocicleta.
Existen dos películas capitales en la vida actoral de Gael García Bernal: Amores perros (2000) e Y tu mamá también (2001), que significaron el despegue de su carrera y la llegada de propuestas para hacer cine en el extranjero. En ambos filmes encarna a personajes adolescentes, de diferentes clases sociales, sin norte, que andan un poco a la deriva, en exploración y libres de problemáticas más profundas. Amores perros fue un éxito y ganadora de diversos premios lo que le significó una ventana al mundo, donde encarnó a Octavio, en el episodio mejor logrado del film, sin embargo la fama de la película de Alfonso Cuarón le dio ese toque de desenfreno juvenil, la de los “charolastras”, lo que propició el trabajo en siguientes películas no sin menos polémica.
García Bernal realizó en el año 2002 El crimen del padre Amaro, donde personificó a un joven cura que sufría con no poca moral devaneos amorosos, para luego en La mala educación (2004), dirigida por Pedro Almodóvar, volver a ingresar en un universo ficcional de sotanas y recuerdos, y donde demostró su versatilidad bajo los ojos del manchego. Tuvo papeles también en La ciencia del sueño (2006), en Babel (2006), Ensayo sobre la ceguera (2008) pero sin mayor repercusión. También participó en filmes deplorables, como en Vidas privadas de Fito Páez, quizás uno de sus trabajos más flojos.
La carrera de García Bernal ha estado alejada de las comedias románticas y de las cintas de acción, ya que no son lo suyo, aunque en los roles que le tocaron lo catalogan como “completo”, ya que siempre apostó por filmes de diverso estilo y género.
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