En La pasión de Ana, Ingmar Bergman vuelve a los motivos de La hora del lobo o La vergüenza, aunque formalmente sea otro tipo de experiencia dentro de su filmografía. Un narrador en tercera persona nos acerca a cuatro personajes, quienes a la vez irrumpen en el relato como actores para revelar detalles y sensibilidades de sus propias interpretaciones. Este recurso nos da la idea de búsqueda y de ensayo, del auscultamiento de interioridades y distanciarse así de lo representado: otra manera en contra de la pasión.
En este filme de 1969, la pasión es una emoción ausente. Estamos en una isla pero poco se disfruta del mar en ella. Es tiempo de luto, de esconder las pérdidas, de hallar animales asesinados en medio del campo, de relatos de expiación a media tarde.
Estamos en el centro de una isla en invierno, conociendo parte de la vida de Andreas (Max von Sydow), un escritor ermitaño que está a punto de conocer a la viuda Anna Fromm (Liv Ullman), tan atormentada como él, pues perdió en un accidente a su marido y a su hijo. Con ella tratará de llevar una relación en paz y por ello seca, taciturna, desesperanzada. La pareja que encarna Bibi Anderson y Erland Josephson tampoco es la antítesis de los protagonistas, sino que también se desenvuelven en el mismo cinismo y hartazgo.
Como suele suceder en el cine de Bergman, la fuerza de los monólogos es lo que nos transporta al imaginario de la culpa, el temor y la soledad. La pasión de Anna es uno de los filmes del sueco que conservo con más detalle, ya sea por el rostro de Max von Sydow al salvar al cachorro del ahorcamiento; por el sueño en blanco y negro de Liv Ullman, donde corre en medio del bosque que se incendia para encontrar al final del tramo a su marido y al hijo muertos; o por aquel final magistral que revela y afirma una identidad, que oscila, que duda y que sigue solitaria.
Estamos en el centro de una isla en invierno, conociendo parte de la vida de Andreas (Max von Sydow), un escritor ermitaño que está a punto de conocer a la viuda Anna Fromm (Liv Ullman), tan atormentada como él, pues perdió en un accidente a su marido y a su hijo. Con ella tratará de llevar una relación en paz y por ello seca, taciturna, desesperanzada. La pareja que encarna Bibi Anderson y Erland Josephson tampoco es la antítesis de los protagonistas, sino que también se desenvuelven en el mismo cinismo y hartazgo.
Como suele suceder en el cine de Bergman, la fuerza de los monólogos es lo que nos transporta al imaginario de la culpa, el temor y la soledad. La pasión de Anna es uno de los filmes del sueco que conservo con más detalle, ya sea por el rostro de Max von Sydow al salvar al cachorro del ahorcamiento; por el sueño en blanco y negro de Liv Ullman, donde corre en medio del bosque que se incendia para encontrar al final del tramo a su marido y al hijo muertos; o por aquel final magistral que revela y afirma una identidad, que oscila, que duda y que sigue solitaria.
EL NOMBRE ORIGINAL DE ESTA PELICULA, PASSION, QUE DERIVA DEL LATIN passĭo, SEGUN LA RAE SE PUEDE ASUMIR COMO LA "ACCION DE PADECER". SI ESTO LO REMONTAMOS A LA TRADICION BERGMAN COMO EN HORSTSONAT O TYSTNADEN, SE BRINDA UN VIAJE INTERIOR A LAS PASIONES NEGADAS COMO FUERZA DINAMICA ESPERAND0 EL PUNTO DE IMPLOSION PARA SER PROYECTADAS AL EXTERIOR. LIV, MAESTRA COMO SIEMPRE DEL ARTE DE LA EXPRESION DULCE Y SINCERA, NOS TRANSPORTA A LA VIVENCIA DE CARENCIA DE CALOR Y DE AISLAMIENTO QUE ESTA OPORTUNIDAD EL MAR EXPRESA COMO MARCO PARA LAS LUCHAS INTIMAS Y FISICAS ENTRE LOS PROTAGONISTAS. ASI, PASSION ES UNA PELICULA ESENCIAL, QUE GRAFICA DE FORMA EFECTIVA EL SUFRIMIENTO DEL SER HUMANO EN SU SUPUESTA VIDA COTIDIANA, QUE ES EN REALIDAD DE NECESIDAD TAN VITAL EN SER ANALIZADA COMO LA PASION DE JESUCRISTO.
ResponderEliminarGRACIAS POR DAR CABIDA AL ARTE DE BERGMAN EN ESTE BUEN BLOG.
EDGAR PAUL R.