21.9.10

Lindsay Lohan y su mejor papel
















Lindsay volverá a la cárcel. Si ella viviera en Perú sería una chica feliz en su locura y desmadre, hasta hubiera matado a su padre, inclusive, y salido libre a los dos años. Pero ahora, se ha convertido en un conejillo de indias aleccionador, para que jóvenes tan obtusos como ella vean cómo la ley se aplica sin medias tintas. El reallity a lo MTV de los tribunales.

Lindsay me cae bien, tan bien como sus fallas ortográficas en la carta  de despedida que le escribiera de modo póstumo a Robert Altman, el cineasta que le dio la oportunidad de actuar en su mejor papel. Me cae bien porque sale de monja loca en Machete de Robert Rodríguez  y porque dejó atrás su imagen de niñita boba de Disney para ser como ella quiere ser, con sus tragos, sus poses y sus regodeos lésbicos.

Actualmente aparece en cartelera con la comedia Casi embarazada de Lara Shapiro, que aún no veo y no me desespero por ver. Mas bien, la prefiero volver a ver en  A Prairie Home Companion (2006), la última película de Altman.

A Prairie Home Companion es un filme menor dentro de la filmografía de Altman, quien hizo obras maestras como The long goodbye, sin embargo no deja de ser una película conmovedora, pues se estrenó tras la muerte del cineasta y no queda otra cosa que pensar en los motivos de la muerte, el duelo y la nostalgia.

Esta última cinta coral de Altman es un musical, que narra la emisión final de un aclamado programa de radio que se transmite en vivo desde un teatro, a la usanza de los viejos tiempos, donde una galería de personajes se prepara para el show tras bambalinas y espera brindar un espectáculo para recordar.

A Prairie Home Companion evoca a Días de radio de Woody Allen, a los cuadros de Edward Hopper, a los modales y garbo descritos en la obra de Francis Scott Fitzgerald (por algo vemos un busto de él en un palco del teatro), al cine negro, a pasajes de la misma filmografía de Altman, y a un Estados Unidos que se ha ido poco a poco.

Altman se inmiscuye en este mundillo recreando el último programa de Garrison Keillor, quien se interpreta a sí mismo, y que tenía mucha sintonía en diversas estaciones radiales, difundiendo música folk, country, jazz y blues en vivo. Canciones country y folk cantadas estupendamente por Meryl Streep, Woody Harrelson, Lindsay Lohan, Lily Tomlin, John C. Reilly e intervenidas sin querer por un fantasma interpretado por Virginia Madsen (más que como ángel, una versión rubia de La Muerte) o por un malvado Tommy Lee Jones, formando el imaginario con acento sureño de esta última noche sonora.

Lohan encarna a Lola Johnson, un ratón de biblioteca con gafas, hija de Streep en la ficción. “Lola actúa como si estuviera deprimida, sin demasiada confianza en sí misma. Sin embargo, creo que todo es fachada. Cuando tienes 17 años, lo último que quieres es que alguien alcance a saber cuáles son tus verdaderos sentimientos; eres fuerte, y no necesitas que nadie te ayude. Te sientes incómoda con la madre y ese tipo de cosas. A lo largo de la cinta, creo que Lola comienza a madurar y a hacerse la persona que realmente es”.

Esta cinta puede ser irregular, tener momentos antojadizos y personajes que sobren, pero hay un espíritu en ella que suena a réquiem: cuando las luces se apagan, y cae el telón, ya no hay vuelta que darle. Por más planes que se hagan por revivir una u otra cosa, vendrá Virginia Madsen para decirte que la función ya no puede continuar. Sin embargo, Lohan ha seguido haciendo sus propios shows, y ahora a pesar de sus tropiezos queda esta actuación (la Lohan no canta mal), gracias a la ayudadita de Altman.


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