20.9.10

El diablo en la señorita Jones













A fines del año pasado la película se puso de moda debido al videoclip del tema Paradise circus de Massive Attack, logrando que aquellos que no tenían idea de ella le echaran un vistazo. Lo que pudo la banda británica, de ponerla en actualidad, no lo logró ni la muerte en el año 2008 de Gerard Damiano, el director de esta película porno de culto.

En el videoclip la protagonista del filme, Georgina Spelvin, cuenta sus impresiones sobre el rodaje, el voyerismo, su relación con la cámara, entre otras percepciones del imaginario porno, 34 años después, mientras se oye cantar a Hope Sandoval sobre amor y pecado. Ver a Spelvin envejecida fue casi tan fatal como ver a Bettie Page octogenaria, guardando las distancias.

El diablo en la señorita Jones (1973) es un filme sobre la liberación extrema de una represión, y es narrado de manera oscura y por momentos densa para luego huir hacia lo existencial.  Justine Jones es una solterona (Spelvin tenía casi cuarenta cuando hizo el papel) que se acaba de suicidar a la usanza más simplona: se corta las venas con una hoja de afeitar mientras se da un baño de tina. Por suicida el cielo le está vedado. Para poder cumplir con las normas del purgatorio, elige la lujuria como modo de saldar sus cuentas espirituales. "Si lo hubiera sabido, habría vivido la vida de otro modo", dice Justine. "Habría hecho todo aquello que me dijeron que no hiciera", y es cuando el diablo le da la oportunidad de regresar a la tierra y hacer lo que le venga en gana. Ella se muestra de acuerdo y conoce  a su instructor (Harry Reems, el mismo actor de Garganta profunda, otra película importante de Damiano). “Si hay que irse al infierno, que sea por una buena razón”, tal y como señalaba el afiche de la película.

Y es así como Justine, en el reverso del personaje de Sade, emprende la mejor de sus lecciones, en una suerte de purgatorio de placer donde a partir de su primer conocimiento del falo, comienza a empoderarse con aquello que nunca gozó. Justine comienza su "educación sentimental" hurgando en diversos cuerpos y posibilidades (oral, anal, de a tres, de a cuatro), siendo aún más atrevida y sinuosa que una Simone en la Historia del ojo de Bataille (si cambiamos los huevos por mangueras, plátanos o serpientes). Justine pasa de virgen a ninfómana célebre en unas cuantas secuencias.

Georgina Spelvin construye su personaje en base a lo anticanónico del porno:  mujer de rasgos toscos, poco agraciados pero sensuales, madura, con una actitud demasiado herida como para encarnar o prodigar placer y con un cuerpo diferente a las más afamadas porn star. Spelvin relató que el actor Harry Reems la motivó a hacer la película, luego de que participara en un casting: "Pero los productores y Gerry (Damiano) dijeron: "Pero tiene el pecho plano y casi cuarenta años. ¡Qué quieres hacernos!". No hará falta que diga que a mí la idea de interpretar un papel protagonista me intrigaba. Mi ego despertó y prácticamente me engulló de un bocado".


El diablo en la señorita Jones puede ser vista como una película sobre la represión provocada por la religión, pero más que todo, y quizás la idea que le valió a Damiano su lugar en la historia del porno, sobre el infierno real,  idea adepta al meollo de aquella pieza de Sartre (A puerta cerrada) y que es "parafraseada" de modo evidente en el final: el infierno son los otros. En el epílogo, Justine, tras haber dado curso a todas las formas de la lujuria, es llevada al infierno, un cuarto cerrado donde es condenada a pasar su vida junto a un hombre sin libido, ante un impotente que no le apetece ningún contacto carnal (interpretado por el mismo Damiano).  Una tragedia. Ahora me pregunto, qué le habrá esperado a Damiano. Por lo pronto, queda revisitar su película más notable, un clásico que hace años escapó de las salas porno para archivarse en filmotecas y cines arte.

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