26.8.10

Grindhouse de Tarantino/Rodríguez

















Grindhouse: dos películas al hilo, una desigual y otra simplemente una delicia para los tarantinianos, completadas con una serie de trailers sumergidos en el gore, el slasher, el trash, la serie B y z.

De llano podemos decir que el Grindhouse fue un fenómeno estadounidense. Toda una maquinaria de la serie B dedicada a proyectar decenas de filmes blaxploitation, del giallo, del sexploitation, del policial o el terror en todas sus variantes, y exhibidas en sesiones dobles, que eran promocionados en avances de par en par también. Ver en una tarde o noche de corrido en algún cine de newyorkino en los setenta Blácula, Invasión of the blood farmers, Savage!, por ejemplo, y otras joyitas del cine más malo del mundo era más que una pasión adolescente. Si Quentin Tarantino y Robert Rodríguez se inspiraron en toda esta sensibilidad que emana una factura barata, diálogos ordinarios, y héroes anodinos (actores protagónicos que no tenían más fama que un extra), aquí no nos queda más recordar aquellos cines de barrio, que proyectaban los refritos de la temporada, donde éramos quizás uno de diez espectadores, sentados en butacas a punto de romperse, donde el proyector nos regalaba su débil luz antes de su último parpadeo.

Es en este imaginario, dentro y fuera de la sala, que surge el proyecto de Tarantino y Rodríguez, que consiste prácticamente en un revival con sello personal. Grindhouse es también un concepto: cuatro trailers ficticios, estética de proyector obsoleto, banda sonora setentera y todos los contenidos posibles de la serie B en cuatro horas de metraje. Planet terror de Rodríguez y Death proof de Tarantino están acompañadas, para dar forma completa al espíritu del género, por los fake trailers dirigidos por Eli Roth (director de Hostel), Edgar Wright (Shaun of the dead) y Rob Zombie (La casa de los mil cuerpos). Este paquete completo ha sido estrenado tal como fue concebido en EEUU y Canadá, mas no en el resto del mundo, donde se dieron estrenos separados.


La intención de estos avances y de los filmes de este díptico tiene que ver más con un homenaje a las cintas que marcaron la cinefilia de ambos directores, que con una recuperación exacta de los motivos de estos subgéneros. No esperemos ver, en Rodríguez por ejemplo, un filme lleno de evocaciones o de discreto manejo de los recursos del gore tal y como se daban en esas épocas, sino un cóctel psicotrónicamente puro, que se desvive por el nonsense y que "rellena" en todo fotograma que sea posible la textura del Grindhouse original.


En este proyecto, los lugares comunes de estos filmes quedan subvertidos: las mujeres ya no son unas ingenuas porristas, que muestran los pechos antes de morir decapitadas o acribilladas sino que ahora tienen nervios de acero, son aguerridas y salvan al mundo de las garras de la estupidez. De otro lado, los hombres siguen siendo héroes pero al final de cuentas van a recibir su merecido. O simplemente su rol heroico de siempre queda en un segundo plano.

Machete y compañía La función doble de Grindhouse comienza con el falso trailer que dirige el mismo Robert Rodríguez, y que debido al éxito ya espera estreno en DVD pero como largo. En este avance, Danny Trejo, actor secundario en filmes como Abierto hasta el amanecer, Con air, La mexicana, entre otros, es Machete, un sicario traicionado por su contratante que, en medio del complot, decide tomar venganza. Machete viene a ser la evocación de los filmes que tenían a limpiadores como protagonistas, y que generalmente tenían un rollo político de corrupción como parte de su argumento (narcos, lavado de dinero, tráfico de todo tipo de capitales) . El trailer, como los otros, manejan grados de hilaridad, y en este caso debido a frases de lo más esperpénticas y que nacen del personaje que encarna Cheech Marín: "Soy un sacerdote y ¿me estás pidiendo que ayude a matar a esos hombres?; "Dios es piadoso, yo no". O como el narrador del trailer que dice "Si vas a matar a Machete para matar al malo, mas vale que te asegures que el malo no eres tú". Quizás este sea el trailer más logrado en cuanto a recrear atmósferas de este tipo. De otro lado, Thanskgiving de Eli Roth es un ejercicio dentro del slasher, con su toque escatológico a ritmo de sintetizadores. Don't de Edgar Wright satiriza más con la onda del Giallo, o con los filmes de Lucio Fulci especialmente. Mientras que la de Rob Zombie, Werewolf woman of the SS, recuerda más a las cintas de Jess Franco y a demás provenientes del sexploitation.


La niebla Planet terror tiene tantos elementos que no resiste una línea argumental lógica, ni una mirada cerrada. Su sello es lo trillado, el desborde, lo alucinado. Rodríguez toma una ciudad sureña y la habita con personajes desquiciados, violentos y excesivos. No hay lugar para los cuerdos en la zona donde se va a esparcir el virus Planet terror. Si todos están enloquecidos de por vida (como en El último hombre de la tierra, The Omega man o Exterminio donde un virus es el contaminante), al volverse zombis el desequilibrio es total.

Si bien Planet terror, es menos explícita en sus referencias, es imposible asociar sus atmósferas al universo de John Carpenter (sobre todo en la banda sonora que compone Rodríguez también) o a cierto giallo, sin la exquisitez de un Argento, ni hablar, pero con la misma pizca de mutilaciones y serruchadas. Hay de todo, bailarinas exóticas, heroínas muy fulcianas o las de alma de cheerleader (inclusive Stacy Ferguson, la vocalista de Black Eyed Peas, en un pequeño rol, como la típica víctima calabacita). Pero pocos podrán olvidar a Cherry Darling (Rose McGowan, la ex de Marilyn Manson), estrenando una ametralladora como pierna, como la protagonista que devuelve al mundo la tranquilidad que merece.


En esta película Rodríguez muestra su cinefilia y las ganas de hacer un disparate puro, sin mayores pretensiones que lograr que el espectador pase su hora y media como su estuviera en una sala de cine como las que él añora. No estamos ante el director de El mariachi y, gracias a dios, tampoco ante el de Abierto al amanecer o Spy kids. A pesar de las críticas desfavorables que ha recibido por este filme, Planet terror ubica a Rodríguez en un lugar donde se le puede dar el beneficio de la duda.

Carretera perdida Death proof es otra cosa. Escapa con seguridad al planteamiento del Grindhouse original para convertirse en un discreto deleite multireferencial, rico en recreaciones, en guiños cinéfilos aunque Tarantino mantenga algunos requerimientos formales que exigen formar parte de este estreno doble.

A diferencia de sus otras películas, aquí Tarantino nos ofrece un relato lineal sobre la cotidianeidad de un grupo de chicas modelos y frívolas que visitan bares y restaurantes, que se verán asustadas por la aparición del demente Stuntman Mike (Kurt Russell), quien maneja un auto a prueba de muerte. Y como en otros de sus filmes, los diálogos sobre nimiedades son el plato fuerte.

Death proof tiene muy poco de los filmes de terror convencionales, si se le quiere asociar al argumento de la de Rodríguez y por tratarse de un Russell como antihéroe del slasher. Su esencia es la acción en estado puro, claro que luego de una hora de acompañar en sus devaneos verbales a cuatro muchachas semiadormecidas.

El filme tiene dos partes marcadas y en la primera reina un ambiente de slasher, aunque no tenga los elementos y la dosis usual. Se supone que Stuntman Mike es un psicótico, que vive frustrado y cumple sus fantasías asesinando a chiquillas sexualmente activas, liberales y sexys. La segunda parte tiene más del cine de acción de serie B, donde Stuntman Mike va a invertir su rol, de ser cazador a ser un simple tipo cazado. Y aquí, las intenciones de Tarantino van más dentro de los códigos de la acción cruda, de los filmes de carreras de autos (gran homenaje a Vanishing point, el filme de culto de los 70, en una persecución histórica y memorable).

En Death proof hay más Black mambas de lo que parece. Es una oda al poder femenino que el Grindhouse original había negado por años. Ocho mujeres, que andan en grupo de a cuatro, en diferentes lugares, siendo un grupo las víctimas y el otro, las vengadoras, sin querer, hacen de este filme una pasarela de bellezas que combinan la ingenuidad, la superficialidad, con la rudeza, la frescura y la rebeldía. Si bien, como ejemplifica bien el ritmo de la canción final de April March (extraída de esa cosa camp llamada But I´m a cheerleader, dirigida por Jamie Babbit), la rudeza puede combinar con lo chic.

En este filme, Tarantino se rememora a sí mismo, haciendo menciones a Kill Bill y a otros de sus cintas, pero también rinde tributo, por ejemplo a través de la banda sonora a momentos de películas de Bert I. Gordon, Dario Argento, Brian de Palma, o de William Friedkin. No son gratuitas las referencias a Russ Meyer en la figura de las chicas, o a Rescate de Nueva York o a The Virginian, en el caso de Russell. El homenaje a Vanishing Point, Bullit, o 60 segundos de 1974, son tan apoteósicas que hacen de Death proof un ejercicio de goce cinéfilo que se agradece. (Páginas del diario de Satán, mayo 2008).

1 comentario:

  1. buenísima la critica. esa es, mis tardes de fin de semana en los viejos cines de Chorrillos:el Victoria,Olaya o los de Barranco y aledaños.y si mucho de cine b y z,jajaja.Espero con ansias "Machete",ah y por supuesto la critica respectiva. our revoir...

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