16.2.13

Oscar 2013: Bestias del sur salvaje de Benh Zeitlin

Siempre he desconfiado de las películas con niños muy pequeños, es decir, son fáciles en su tendencia a la manipulación y para despertar sentimientos de protección y de sobrecogimiento gratuito, al margen de sus propuestas en la puesta en escena o la dirección. Pese a sus logros por hacer un cine independiente lejos de lo que ya se suele hacer en Estados Unidos, Bestias del sur salvaje (Beasts of the southern wild, EEUU, 2012) de Benh Zeitlin, no logra librarse de esta intención, y a la vez de un espíritu de exotización y de la apariencia de "independiente", pese a buenos momentos con una fotografía impecable.

Las bestias del sur salvaje no están en África, sino en algún lugar de Estados Unidos, cerca a las riberas del Mississippi, y es justo en esa abstracción, de la imitación que logra ubicarnos en un territorio de asperezas exóticas como si se tratara de algún lugar en el corazón de la estepa maorí o de algún pedazo de península olvidado de Sudáfrica, es que reside el lado más interesante de este film debut de Benh Zeitlin. Pero conforme vamos ahondando en la vida de Hushpuppy (Quvenzhané Wallis, nominada al Oscar como mejor actriz), una niña de seis años que se las arregla casi sola ante la casi permanente ausencia del padre y que ha establecido una relación peculiar con el espacio donde vive, selva, meandros y humedad extrema como consuelo ante la perdida de la madre, es que el filme va perdiendo libertad y termina en una suerte de mensaje ecológico y limitado.

Las bestias del sur salvaje comienza bien, presentando a Hushpuppy a partir de un recurso importante, su voz en off describiendo lo que ve y siente, asumiendo así el film su punto de vista y su sensibilidad, donde Zeitilin utiliza la analogía de la confrontación sentimental y climática, a través de la liberación de un tropel de bestias mitológicas que poco a poco se le irán acercando conforme se desarrolla la historia. 

La madurez de Hushpuppy y su afirmación como sujeto autónomo, tanto en la narración como en la puesta en escena, recuerdan a otro filme reciente, que se ubica en el polo opuesto de la verborrea ingeniosa de Quvenzhané Wallis: la Nana de Val Massadian (2011), una cinta francesa donde una niña de cuatro años trata de resolver sola una rutina cotidiana en medio del bosque. ¿Pueden los niños resolver los problemas por sí mismos? Pareciera ser una premisa simple con respuestas complejas, y que ambas películas tratan de resolver a su manera. El problema es que en Las bestias del sur salvaje la respuesta llega asociada a una fórmula, perdiendo la fuerza inicial y dejando a Hushpuppy como un personaje demasiado elaborado para las cálidas tierras donde se termina controlando a las bestias.

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