15.8.11

Biutiful de Alejandro González Iñárritu















Biutiful (México, España, 2010) es mucho mejor que los anteriores trabajos de Iñárritu luego de Amores Perros, quizás porque abandona el relato paralelo y de juego temporal, y porque se centra en la figura de Uxbal, el personaje que encarna Javier Bardem, dándole toda la potencia que requiere recrear un modo de vida ominoso y desde la periferia.

Si en Babel, Gonzáles Iñárritu necesitó dar cuenta del estado del mundo a través del relato coral sobre la soledad, prepotencia e incomunicación en medio de la globalización (cosa que también hizo en 21 gramos con menos pretensiones y solemnidad), en Biutiful, menos trashumante, se enfrasca en un barrio popular de Barcelona, una de las ciudades más cosmopolitas de Europa, para dar cuenta de un personaje mundano, con cáncer terminal, casado con una mujer bipolar, que vive de obtener beneficios de la trata de personas, pero que tiene el don de comunicarse con los muertos. Ya este pequeño esbozo del perfil del personaje de Uxbal podría rozar el pastiche o la insolencia, sin embargo, el cineasta mexicano logra dotarlo de humanidad y hacer que su drama fluya sin efectismo o excesivo dramatismo.

La cinta abre y cierra con un idea redonda, pero no por ello lograda, pese a que hemos seguido en todos sus dilemas a este personaje lleno de culpa y de ansias de mejorar su "espiritualidad". Sin embargo, Biutiful logra un retrato de una ciudad feroz, oscura, claustrofóbica (como el almacén donde viven los chinos), a partir del seguimiento hasta los infiernos de este personaje hondo y reservado, un Bardem fuerte e inusual.

Punto aparte. Fue gracioso ver en los créditos del guión a Armando Bo (sobre todo si la cinta hablaba de encuentros de ultratumba), pero se trataba del nieto del mítico cineasta argentino.


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