19.2.11

La espalda del mundo de Javier Corcuera





















Una mujer a la que solo podemos conocer a través de fotografías y videos, la triste ausencia vista bajo la serena figura del pasado.Un cerro oculto que recibe en sus faldas las modestas casas de niños laboriosos. En el cementerio, cruces blancas en serie como macabra vegetación sembrada por el horror, parábola de religión y su dogma que anula al individuo. Ese detrás o fondo de las cosas, como las plantas de los zapatos, la intimidad ignorada o la espalda que uno no se puede mirar sin la ayuda de un espejo. Y es ese espejo que La espalda del mundo (España, 2000) del peruano Javier Corcuera pretende ser.

El niño, La palabra y La vida, título de cada una de las historias que forman este documental, vocablos cuyo significados se han trastrocado por antónimos impuestos por el orden social. El niño que trabaja como adulto, pero sin perder la ingenuidad e ilusiones de su edad. La palabra dicha en una lengua odiada y castigada con el silencio y la reclusión. La vida empujada hacia su cruda e inhumana aniquilación.

La espalda del mundo es un documental social, a modo de reportaje, que goza de limpieza informativa, donde se siente el compromiso y solidaridad con cada uno de los protagonistas. Personajes que habitan esa suerte de arrabal, y de confin, que padece dolores que no se calman con simples mensajes.

En El niño, el primer caso, Corcuera nos lleva a través del testimonio oral de Guinder, el niño picapedrero de Carabayllo mientras las imágenes nos muestran un día en su vida como trabajador infantil. Frías madrugadas, fiambres franciscanos, piedras gigantescas difíciles de picar, noches en familia frente al televisor son retratados con ojo conocido. Es inevitable esbozar un parentesco con el Grupo Chaski, en especial, cuando el relato se abre hacia Lima, para dar fe de rutina de otros niños que viven en condiciones similares. Y es en la parte de estos testimonios, en medio de la urbe, que esta historia pierde algo de su individualidad como si se tratara de un colofón  a pedido de más color local.

En la segunda historia La palabra,  el encarcelamiento de Leyla Zana, diputada y lideresa del pueblo kurdo en Turquía, apresada por saludar en su lengua maternam, y por ello condenada a quince años de prisión, es narrado por su esposo Mehdi, asilado en Estocolmo. Corcuera se acerca a su personaje desde su condición de preso político. El espectador no ve a Leyla sino a través de recortes periodísticos, fotos familiares o extractos de noticiarios. Ante la imposibilidad de su presencia, el testimonio del esposo, también político, se nubla en la recopilación de datos y pruebas sin que el reportaje deje ser eficaz.

Como un acto de gracia, tras el encuentro con el productor y coguionista españoles, Elías Querejeta y Fernando León de Aranoa, Corcuera decidió unir , a su entonces proyecto de documental, la historia de un condenado a muerte, que luego se convertiría en el retrato más elaborado de su película. En La vida, conoceremos a Thomas Miller, un reo que lleva 16 años en el llamado Corredor de la muerte, en espera de su ejecución. Las escalofriantes revelaciones del alcaide y del capellán, el rostro lloroso de Miller entre rejas, los familiares impotentes con carteles en la mano y los cuartos que conforman la arquitectura del pabellón, crean ese entorno implacable, real y crudo que no se puede violar. El uso de algunos tonos frios en el pasadizo de la prisión rememora las madrugadas de Guinder y las caminatas de Mehdi, lo que unifica el relato, creando el motivo de una inevitable tristeza.(Publicado en La gran ilusión, 2003).

2 comentarios:

  1. Hola Mónica

    Aunque el documental es del 2000, viendo en una de las escenas de la parte de la Pena de Muerte que aparece un señor recordando lo que comentó con su hija, quien fue asesinada, acerca del efecto negativo que recaería sobre una sociedad que legaliza la pena capital, se me vino a la mente lo que viene ocurriendo con Percy North y las familias de la victima de la discoteca Utopía. Como que estos últimos, al pedir con todo su derecho justicia por la muerte de sus hijos e hijas, también están victimizando a la familia del único de los responsables de la tragedia que hasta hoy ha sido juzgado al persistir en volver a enjuiciarlo luego de que Percy North ha cumplido su sentencia de 4 años de prisión efectiva y ahora deba tener que ponerse nuevamente a disposición de la justicia porque su juicio ha sido reabierto, según él por presión de 7 u 8 familias que no lo perdonan. En mi opinión, ahora que el ex administrador de dicha discoteca ha sido otra vez encarcelado para ratificar o recibir una nueva sentencia, más parece que se ha incubado un deseo de venganza entre un número menor de las familias en razón de que aquel culpable reciba todas las penas que sean posibles de acuerdo a la ley. Para ambos casos, la Pena de muerte y el caso Utopía, si la sociedad permite que a los acusados se les juzgue no solamente por sus crímenes sino también por venganza, estaremos cediendo al odio lo que le compete a la justicia para que reivindique a los agraviados, y a la vez, como dice la hija de aquel, enseñando a nuestros hijos que para obtener justicia deban actuar guiados por aquel sentimiento. El resultado serán nuevas víctimas, como las familias de los sentenciados a Pena de muerte y la familia de Percy North.

    La Enésima Dimensión

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  2. A este señor Medhi me lo cruzaba seguido por las mañanas en la estación de metro de mi barrio en Estocolmo.

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