12.1.11

Atonement de Joe Wright

















Expiación, deseo y pecado (Atonement, 2007), el filme dirigido por Joe Wright, el mismo de Orgullo y prejuicio, expone no sólo el caso de la consecuencia de una mentira de una púber celosa, sino que desarrolla un juego sobre los imaginarios de los recursos literarios, los extrapola: estamos dentro de la construcción del relato autobiográfico de una escritora (encarnada por Vanessa Redgrave).

Wright enfatiza desde el comienzo del filme que estamos dentro del terreno de la invención: una adolescente escribe en una máquina de escribir su primera obra. El sonido de las teclas va a acompañar diversos momentos de la cinta, fundiéndose con la banda sonora e inclusive sirviendo de sincronización con algunas imágenes (y aquí las teclas van preparando camino al plot point del filme). Entonces, dentro de las reglas del relato, estamos ante personajes que hacen de personajes, que son gobernados por el ojo de una mujer que busca subsanar cuentas con su pasado. No solamente ha escrito una novela sino que plasma el deseo de reelaborar un nuevo pasado y de darle otro sentido.

Los diversos flashbacks, los cambios de puntos de vista, el ritmo narrativo no sólo se convierten en recursos cinematográficos del director sino en reflejo de otro plano: el de la mano que escribe o que pulsa las teclas, de la escritora que está en el deber de redactar un texto desapasionado "sin adjetivos, sin adornos". En este sentido, Atonement apuesta, dentro de su contexto argumental,  en convertirse en una narración que no puede ser del todo desdramatizada, por lo que la expiación de la autora se vuelve también un acto fallido. No existe la verdad desnuda, el testimonio descarnado, crudo. El ornamento (entendido como una suerte de subjetivación de la realidad) encuentra espacio, a pesar de que se ha querido prescindir de él. Sí que Christopher Hampton volvió a la carga con este guión pero no tanto Joe Wright.

La historia de amor frustrado que se narra en la segunda mitad de la cinta, si bien no es del todo lograda tiene motivos comunes con diversos filmes ambientados en la segunda guerra mundial, que me recuerda a algunos clásicos, sino fuera por tanto flashback. Un amor inconcluso con fondo bélico no es novedad, sino recordar a Casablanca para ser un poco didáctica, o a Douglas Sirk en A time to love and a time to die.

Pero más interesante, aunque parezca antojadizo, es relacionar la culpa del personaje de Vanessa Redgrave con la de George en Escondido de Michael Haneke. Si bien la del austriaco trata sobre la negación de la culpa, ambos personajes deben afrontar las consecuencias de actos llevados a cabo durante la niñez o pubertad. Confrontar a la infancia como un periodo donde se está más allá del bien y del mal, como lo dijera el protagonista de Atonement, donde no existe el mayor discernimiento de si se actúa con cordura, sino prácticamente a través de pulsiones o caprichos, y plantearlo como un dilema moral. ¿Son en realidad culpables? ¿Merecían todo ese desprecio? Al menos, sin llegar a ser como Escondido, Expiación, deseo y pecado vuelve a acercarnos a este problema de carácter filosófico, al menos nos asoma, como aquella abeja que quiere salir de la ventana y que invita a la protagonista a ver una nueva realidad e imaginarla.

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