16.12.10

Help me Eros de Lee Kang-sheng















Simplemente esta película da la sensación de haber sido dirigida por un Tsai Ming Liang en "chiquito", pero dejar la idea ahí es reducir esta cinta insólita sobre la mercantilización y la individualidad carcomida por el consumismo ciego en un mero ejercicio de estilo.

El argumento de Help me Eros, en sí, es simple: Ah Jie (Lee Kang-sheng, actor fetiche de Ming Liang y director de esta cinta) ha quedado en la ruina económica y decide suicidarse. En su soledad, Ah Jie llama a un servico telefónico de consejería para suicidas frustrados y entabla una suerte de amistad, que va a alimentar diversas fantasías sexuales, con la voz de la mujer que atiende la llamada. Además, una pequeña plantación de marihuana en su departamento se convierte en su consuelo. Luego, conoce a una sexy vendedora de golosinas, por la cual se siente atraído. La oscilación entre la muchacha real y la virtual desencadena una serie de fantasías de atmósferas surreales y kitsch. Mas bien, la puesta en escena y la apertura de un nuevo mundo tras la intención suicida es lo mejor de esta cinta taiwanesa, heredera del neón y el paradigma de lo bizarro estilizado a lo Ming Liang.

Help me Eros (Taiwán, 2007) es el segundo filme del taiwanés Lee Kang-sheng,  actor de El río, The hole o El sabor de la sandía, donde hace gala de su familiaridad con los motivos estéticos de su mentor. Por ello, no es de extrañar el uso continuo de las luces de neón, del desfile de mujeres sensuales en breves ropas multicolores, de la relación pulsional de sexo y comida, de los clips emotivos a ritmo de baladas de tonadas melosas y nostálgicas. El malayo Ming Liang además se hace cargo del diseño de producción.

Pero volviendo al argumento,quedarse en la ruina y hacer de ese fracaso una puerta hacia lo sensual (cuerpos, pieles, vestidos, trajes, humo de marihuana que va de una boca a otra como si se tratara de una cadena que visibiliza el placer y el relax), como el punto opuesto a una vida de dinero y riquezas, o en todo caso el limbo antes del infierno, es tocado por Lee Kang-sheng como un producto surgido de lo pop pero en seco, una espiritualidad formada por poses sexuales, tronchos y la forma de la voluptuosidad que cobra una call girl en medio de una Taiwan nocturna, de pool dance y nenas dispuestas a todo. El protagonista, sin dinero, sólo tiene acceso a una parte primaria de sí, vacíos que son fácilmente llenados por el MSN, el sexo como acto mecánico de ilusión, su poco contacto verbal con las mujeres. Su ostracismo simplemente cambia de diseño.

La ayuda de Eros, al final de cuentas, resulta inútil. La secuencia final, de la conversión escandalosa, o quizás demasiado obvia (ya que corrobora la tesis de alienación y del sujeto como mera pieza en la producción en medio de un capitalismo enajenado) es inquietante.

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